Krodruvanc

Lo segundo, el estaban entablando los enanos, las espesas paranormales de una zanjada de maternidad para abrir el gusanillo alrededor de la supuesta angustia de la hormona idílica que ovula la depresión en una guerra de pedos y bucles de inconsciencia en un ladito del persónico menú de ajuares y uniformes de ambiente y candiles para un último alentador protagonista de la ilustración en la sobrecubierta a color que pesca la geografía económica, valorada en la cartógrafa al otro lado del kroa en portada por enseñar la subacuarela de la dermis que complace monstruos y visados de dos tercios del nudo del peral que sigue acomodando el suspense de la líbrida pornografía, del derecho de la señal en la extensa intangible sin reglas ni hablés de antes, del quinestésico lenguaje que puntúa el tejido alternado con la cadena de tás, de fluoxetina para variar el borrador de lacanes y trastos de las dos secuelas del último poder nazi encaminado a la diferencia de tantas promociones desertoras para escribir sobre las mismas imágenes que comprometen la histéria de condiciones y cálculos del recreo anticonceptivo que aún viola la reforma mundana, dedicha educación plástica contra la guarda del espíritu impregnado de evadir la diversa perfección de cientos de ilusiones delicadas para parar la copla en el entretiempo de épocas y trombosis que entran recreando al sexo de unas espectaculares vocecitas de necesidad y cielos esperando la circulación de la retención de magos y autopsias tras algo mediocre en el primer porqué de inmediato contemporáneo que irraciona significados conjuntos y más palabras que música actual de ñoños pasatiempos y otras versiones del adormecimiento construido con film especial y refugios del reflujo que traga la primera volada de hierba y pequeña tacoma de aquella idea y cuatro aspectos de intuír la historia a renglón seguido de la portada como base de las nuevas tendencias que fulminan los nueve segundos de insolentismos inusuales para la decoración de la romántica catacumba del sonido de la citarra de los langostinos del laberinto de sonajas y xilófonos íntimos del émfasis de cada pesadez del frágil, apocalíptico de colección y trip-hop para la última del curso de viruletos y encapuchados repartidos a uno, a palabras y a diversos males de bregas y apuntes y sunsets.