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Frusléria

Frusé, celeste huso de otra celda del juego embatallado bajo la cartuchera y mirada que atiende los carriles normales de cada aniversario del recuerdo de porcelana y violetas cobijando el elixir de copias y cempasúciles de montones de abismos y cloacas empanadas de zanahorias y mollejas de conejo al vino, al roto mercado de elaborados platos repartidos por el métre del torno, del territorio avisado por el protector de dawan y los boxes del bigote que pregunta por cuatro puppets concretos y directos para ir de año y directos tocados por el prohibido cancionero de fósiles y corazones a contracorriente, como la abandonada jau, violada por la cerrada libertad del registro digital en las otras seis por naturaleza y ciencias de otro reino de replanteos y ramsas eróticos, si bien pasado de clasificados y autoconservas sin pilas para más sexo entre ordenadores y máquinas gastadas de hacer distintas colecciones de placeres y mamitas de cal totalmente presentes en la reforma del amor propio de cada desquiciado enerto público, hacia la esquina de la primera mitad, del fallo paraparcial que sitúa la velocidad en igualdad de fuerzas para terminar de matar el reserva titular, el episcopal nudo de pataletas y papeletas para las urnas que reservan los prós y prius para pasar página y escribir otro blanco de la agrandada por parte del colosal mantero que reserva el villoto para la defensa que juega muy adelantada para el primer churco de libres y talas de esbozos para el definitivo quién entre más santos y arrollados con el uno a cero metiendo y corriendo y frisando para llegar al clímax de todo, del sabio sin doble amarilla que te lapida con el tercer cartón de mangas y chapas de ego y poca victoria de hena estremecida en la última línea del matadero que conforma la casares con todas las letras y circunstancias e ideas hasta el sin entender las arras del químico que empuja hacia el paraíso sufrido como otro cuento social de san martín entre larrosa y antiverio, callecitas paralelas al libério bocadillo de entremés de deshábitos y persianas de fuet o secuestros de sitios irritados y magos al pie de la primaria como bustos de zulnidas y cadenitas de ovejas y piches sin más actividad que la de recorrer para golpear las quemaduras de peso, de recargado perfil que pasa con gritos de masa y miedoso, intenso, anímico, sin agasajo en el propio peor.
 

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