Marro, y revés del palpar la duricia, la cicatriz del convencimiento de tocatorres y símbolos anclados para seguir dibujando esperanzas y conjuntos de pequeños espasmos de pies con instinto de penetrar otra vez al sendero de la distancia que viola el tiempo de paraísos que gritan por la compañía que no habla por si sola, como nisa dentada del puro anís bipudeante con fuertes dolores menstruales para parir el paso perfecto de nivel y perveridas lumbres de souvenirs agarrados al extrarradio de atonantes destruídos por la comedia del permiso de sorber el veintiún en posición de cuchara de latón con trampa y otras palabras que dirigen la boca en la tradicionalista mentalidad del triste insistir en los momentos de perfección que pierde insistencia sin las oraciones del cálculo de cada aprendizaje, de demasiado esclavo pagando el brindis y otra vez otra mamada con etapas de agujas y respaldos ya en presencia del éramos pasado, del sumido y autoboicoteado refrán del sí, de la indiferencia q...