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Exasperante glíglico

Expresamente, gliglí, el desaparecido desesperándola sin el listón de 35 cánones que limpian la caída sobre el cascarón de la marchada bici de invierno que pinta el tendero con cubos de tirabuzones y manos de cielo, integrado al mensajero que asiste al tegral, de vértigo portentoso y sido tesco, moqueta, marcado por las dudas bien tratadas, como cómplices y contínuas caras pregrabadas en la nueva repasada de cosmopuestas fechas exactas para el próximo tiovivo que no se detiene retomando el sexo, el buscado parafraseo pensado para volver a robar la infancia pasada con preguntas y miles de interferencias que atrasan el reenfocado traspaso de erectos ígnitos y pascualinas de martes princesa junto al retratista de operaciones y crostas de pantalla en protesta constante, equipaje bianco, que resta los veinte difíciles míseros sin misión entablada por las apuestas del propietario que menosprecia la consulta de veces y rangos y lejanas llamadas de hoteles y oligarquías dedicadas a obligar la mirada tardía, sin la elegancia del concepto que pelea para dejarse la piel en la sentada tristeza casi seca, casi agarrotada, casi mucho más generosa que la permanencia protagonista del tempo, de la décima mañana sin desayuno, sin brisa de senderismo, sin la mareada de ceste, de autores de tres alquilados con puntos y últimos mismos, inacabables, aforibles, inquietos teletiendas de cecina, y vida, y canciones de dolor para envolver el extremo lujo, sentado por el inimaginable cruce de noches fascinantes, de gatos, de papagayos y muestras de rostro pasando la espada por la prótesis interior, nada empalagosa, científica, acariciada con la acacia inteligible u absoluta carga de otro logo de dárabucs, de pago, en eséncia a los mismos osos con sorpresa, con los contentísimos cachitos de escritura y momentos artrísticos de elegías elegidas para amar y amamantar la vagina sin dientes, sin carros, sin propuestas para retratar el nuevo estímulo que juega pintando técnicas incluso con vectores de pastel y abrazos sin comentarios bien montados con otras letras y ánimos arrimados a los alisos con andadas y el depende en el invanto constelado de grageas y éxitos sobre el falso ataque que muestra el enfrentado económico, más que los recursos y otro fin de realizar el placer para poder seguir el cxamino de la mirada de cortezas fosforescentes como otro frutal de novas que suspiran como mantras y razones raídas sobre cada drenaje del sentimiento intacto como el alborado ágrio, sabiendo enredar cada maleficio, cada esencia de espesuras y esencias como rumbo a la parte que acaba y jadea entre la negrura del hiriente inmaterial, o por cada puerto de esporádicos que entibian la suntuosa espuma empapada por dentro del trajín célebre.  

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