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Hikodrima

Jocosos exceptos escuptos de jardín, de la entusiasmada opinión de más hidro que la proipia habitación de sistemas que diagnostican la entrega llegando al gringo de los preliminares fríos en compañía de cronopios arcaicos con el asador de la autoridad en la preparada profesional donde resuena el olor a leña y a calamidades de la desgana en la inaudible distracción de mayor énfasis para destrozar el separador de un símbolo firmador de lugares y penetrantes fervores de sufridos y parcelas del cómodo cántaro en sombra del gesto que mezcla la espléndida e inmediata culpable creída el símbolo de lentos fieles, de las bandas con extrema conclusión del confiar en incontables e íntegras trenzas y dos fábricas de sexo, de énfures que suponen quiénes del proseguir con paredes y broncas y exactitudes unidas a la tajita de carne pisada con el largo tacón de carbonio y marfeúl en vez de pormisorio en general, o triste cárcel de plumas e hikodrimas para el nuevo paso del consomé de huevo con vagina de heredada poseya con el fugaz de qué contarlo, leal, por la acontecida remota del fusil cargado de esperma y tíscopes de acción desarrapada del lechín del clavo y la constanza y los afanes de otros lingotes de lápices y el agazapado ronrón de la cosquilla de la cómoda, sin la edad de cada respeto, de cada aliento de morder lo dulce e inacabable propiciada por la acústica que espera para tomar posesión del riel que transcribe otro escenario de olas persiguiéndose a sí mismas para plantar el palmo de compresas y palpitaciones de una tela arrugada sin la arritmia de confianzas y fibras que alegran las altas ventanas hacia el estupendo e infinito total, habiendo una sola hora de consuelo, de sexo en el ataúd vacío de secretos y deseos y opiniones que rompen los perdedores incapaces de ladrar por el desamparo del repartido óxido hacia las prisas que mojan los suelos de algunas vías de inocencia y perversidad como vestidas de macetas en olvido como para regenerar el chantaje que deja recitales literarios en cualquier cercado de trinidades y blandas apreciaciones que ejercen como la sencilla anarquía sin fechas ni accesibles confianzas de constancias suficientes como para hurgar en la autocomplacencia del poco espacio en el próximo intercultural del dogal de tarde, medio discutible con la propia adecuación.

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