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Limerencia

Díganle cita, o chotis, o limerencia, o alga para observar con tintes y pestañas para este espacio que comentará la crítica abrazada al beso, o a cualquier pesadilla antes de limar o rotar las descuidadas casposas de treinta y seis series de stabilo máximum, y la incompleta vana, los navíos de novios o las autoaydas para la labor del desamor acumulado al saco de lodo como el maldito punzón para capuchones y límeres y cada lavaje con precio especial, o con las rasas de rareces que volverán a evaluar los daños, los tiempos, las vampíricas calmas sin ojos ni escalofríos de reducción o historial, o algo parecido a un hongo sorpresa con los afrodisíacos del pedo, y la rutina del momento que no existe ni pintado en crayon, en rútulos de acera, del otro mentor que ya no se esmera con forrar otra vez el nombre del discípulo que contempla como pasa el miedo y lo deja para otro rato, para otras argumentaciones con más sentido que cada paleta de este algodón, o lo concreto, o las enaguas del gallo sin buscar otra vez la pija, ni los perros para el living o cualquier llave para el silencio definitivo que cruza los bastos de otra edelweiss como boceto para complicar algo que no se sabe si saldrá del escrito o de la pública orquestar de patinantes y rosas detrás de la cómoda apología, del auge testicular que disemina los nervios y las ansias de recordar otra vez el restaurante coqueto con el juego de desnudar las exactas matrículas como matemáticas expertas en repartir los repartos, las ciencias que miden con una pulga la libertad, o la actividad de la sección de cielo o celofán de ronchas de gente que cambia de intensidad o aliento multidisciplinar para oler como presenciales preguntas frecuentes y mil multas para transmitir como otro sinsentir aguantando arrogancias y ambivalencias para fabricar el siguiente trastorno en perpetua educación paradisíaca con otro símbolo atroz sin simbiosis ni más letras de personajes femeninos en esferas de la pura espera capaz de volver a autobiografiar la caída desde tríos y recuerdos saciados por el mismo pago de plástico.

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