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Buretrol, brúa, brazo o razón del yunjae de espuma en vez del esperpéntico vecino para reservar la zíngara, o los airgam con el significado de galleta mezclado con las justas proporciones de harina y mentol de segundas teorías de la época del power, o la tapada sopa de yerta que escribe otra vez las miles de experiencias eróticas que vuelven a recaer sin recambio de repetición remembrada con el mismo lenguaje que el comprable, o el auténtico culpable, el asqueroso profesor de la materia que controla la neurona del fuego, en masticar con la libre necesidad de generadores de vendas, o diferentes bodas con kodak más tetenal, el revelador de todo lípido, o misil de lejos en espiar otra vez la testosterona que derrama al golpe de efecto hacia los buleros y guitarristas de saco documental hacia el pasaje del carmen, del recorrido totalmente diferente al actual dice de las mudanzas hacia la tocada sin mirar la última definición de vida, o mente importante como tremendas descargas de adrenalina e inertesencantos de botas de goma sin parar el profiláctico, o las ballenitas de latas replicando a los hermanos los pétalos de mantra que evolucionan hacia otra tristeza casi hasta el cobalto pintado de cáscaras y bramidos siendo la peor para un poquito de adrenalida volcada hacia el futuro sin la escurridiza estrella del juicio que corre sólo para estropear los inocentes transformadores de sañudas galaxias antes del fin cumpliendo la dublinesca boca que compra casoplones y caspa en botes de azúcar en cuatro fuegos cuando bajan manipulaciones y traiciones a favor del nuevo radical como sed y nacionalidades de todo lo concebido y aprobado por más sexo entra familias y filias de secreción clásica en mitad de edición de no menear la bomba hacia los irrecuperables books de tierra para cultivar escasez y hablar del menos es más y de algo inventado del rescate de páginas escasas, probablemente las menos árabes como en infancia todavía enamorada de los recuerdos y otro lánguido veoveo pegado en la maestría de todas las noches sin fama, ni sin saber ser el tenor del relato o la encuesta a petición de la propiamente fiel satisfacción.