Geofagia

Phagein, terrosa y creta en la masma o celulosa esmercida masa de neón, de frutos de gouazoubira o también osteos litófagos acerca del consumismo o a cada vez que equivale al permiso de la mandada, habitual de aves y sangre en los topos o platos de gusanos de tierra o de cáscaras de carrocarne para explicar el espectáculo del atasco sin condiciones de más tortura al ritmo de la advertencia o los servicios de los ahorros de eufemismos y sacrilegios en el mundo al revés del premio de impunidad o el vicio, o los abnegados despueses que fornican con la arenilla anidada al orto de ostras entretenidas en inmunes tiempos o pagos para serviles ancas del barbitrúrico con otras demencias seguidas de la maldita obsesión que controla los contrastes de imperios o nauseabundos, o sin garra de estampar cada llave para progresar, o casi a la doble función de la platina que se acelera con los nueve milímetros, o no sé si faltan cinco para reir del acierto o rescatar cada copa de birlocho como gordo hincapié con la mitología musulmán que arrastra el cansancio del cerebelo, o medio más parecido a la paranoia para reclamar en voz alta que deje de besar los cuernos de camareras o mea culpa para desaprender de la memoria y casi recatar las invenciones de los tres últimos burdeles de aprovechadas y silenciosas víboras de doblar las transferencias y llegar al rico signo del lodo con lotos medio rojizos con la última prueba de categoría de buenos cargos anamórficos y violines y velas y virundelas como maldición maldecida y menos hablada por el diván de cualquier piedra enamorada del desafío o la enfermedad mortal que duerme en el off del onsite, del desconcierto de extraños exteriores en el interior del sueño pagado con la plaga de penas y pensamientos contaminantes que alocan a las más simples variedades de cálculos y carbón para seguir la supeditada cama con los volúmenes de cada pajeo acertando a la diana en cara o bombacha de colegiala que hace escala en méxico asturias o marrackech para dignificar con la otra rota y ciega de lago pensando en la todavía musa sin el extraño ajuar de mimbre y pequeñeces bolitas para extrañar el dildo, o las dosis de gigas que van cancelando los catálogos de cada puesta en marcha de simples medianoches de sueños con varios de los pareceres que no siembran pancetas de chulesco.