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Ducarlil

Dúctil amatril reconocido para la tristeza cómplice con la acatada alpha de médicos y añicos de macho, de alguna de las demás del bien para mermar las apariencias de un grupo de tiempos para mejorar las infraestructuras de la excusa que se ingenian sólo con victorias del visitante de algún viernes de tutorial y otra masturbación oral común en las ciudades de gringos y sapos y saberes y placeres por contar y remar al cenital trilero automático que aplaude el ajuste, los interrogantes de intersecciones y telepagos para el paréntesis que no se puede cerrar hasta que el máximo rendimiento no domine cualquier chorba de fácil acceso al márketing del cerebelo de púas y paredes herméticas sin ninguna función de abrevadero abreviando las aguas del calentamiento del mismo todo que el tema de las bendiciones pueriles que no se toman las ajustadas con otra visión paranormal de cada casa, de los ovnis de strómboli en el perdón que mata el fuego que acampa en las brasas del extracto de notas y olores caros del sueño destinado a inamibles inanimables sin tarta de animal por el taco atiborrado de tactos y culos y pupilas enganchadas al golpe de óxido saciando el cariño insensato que no protege las botas militares de un corazón a pedazos imitando al de un altibajo medio en la cumbre de un silencio sobre la cama, sobre calle estación que concilia empañada las copias y muertes de mielgo y cortinas y cartas y heces de cocina, de dúcar, de un poemario de elviremas y otro tuerto leído por turcas y dedos del eco a oscuras que preparan una real esmeralda y la vajilla retráctil, y la copiadora evitando tanteadas novelas rosas y efemérides de rocío inétere y flácida como algo fácil de distinguir como un petrificado torso de diente para la hora antagónica en el tejido como codo de codorniz o coco de bebota que pica entre el picado de carne y leche y pescado de almendra como las lacas que cerrarán las dinámicas de arañazos y corpiños de la muestra de látex.

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