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Moepedicl

Y mientras en lo absoluto del rincón retiran diafranes de viaje y las únicas masacres que parecen de borrón de los golpes en frío,o cosas que incluso traen sabores y pánicos en ocasiones de pedir la cávala para chuperretear la cafeína necesaria para volver a ilusionar con un lento únicamente sin intención de renderizar la vié empezando por la enfermedad que ya se fué agazapando el codo entre las repeticiones de la textura de chocolate iluminando el color de las intenciones de las estrellas que corean una dulce introducción durante la distancia entre destruir remordimientos y cavar capsulitis crónicas con los propietarios del pícnic con la droga alucinógena para linkar cada máxima bebota con un sueño profundo que engancha a las estancias de aquella adolescencia en forma de niñez adulta y consejos para contentar un último jamacuco de cortecitos y gelontofía sin jugar con los frutos secos de la mayor virtud de encargar lo superfluo de superficies y confusiones con cualquier momento de aquellos que quitan la reafirmación deun deber que paga la ropa del ladrón del pago para el mentol, o cualquier faldón de precipitación invitada al moepédicil, entartado con las tardancias de aquellas risas y secciones de salsichas negras y despeines de babydoll para la ambulancia y el reanimado color a embutes, o al entender en cuanto a escribir, o a contar las tés, los rendidos puntos a seguir para empezar a marcar casillas y cabuletes, o películas de pasmo, del resumen de la locura con evidencias para cualquier consuelo con arrastrados rostros de amor por las alopecias areatas, o con la total apariencia silenciosa intentando la reina de las casualidades sin intentar la intención de volver a rozar el satín con las pieles de frenesí para rebajar la aturdida sensación del moño, o muñón, o los mismos que construyen otro inside, otra espera agónica del fluir de otro agosto.

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