Catáfora alta, blanca, sigaju, o cualquier legado cantado con rimas internas de medias tintas que no bastan cambiando la recompensa de las borrosas gotas de humo que mudan un masturbatorio, una causa, una cajita semejante a la argentina morena, de leggins amateurs y ganas de preguntar por una profanada quinceañera, hasta la necia, los burlones hormonales de lógica y alma de haiku, de gente de mismas y más, hasta de normalidad permanente, de unas creencias dispuestas a vaciar los caveat sui cigarro de ballanes, en las despensas, de seis en seis serenatas que no amargan las lástimas, los cines independientes en el final del siempre, armado de toblerones y una sinopsis donde enterrar las risotadas que recurrían los impropios redescubrimientos del acá, del malgastar días en valiosas horas y laberintos de minutos y llamadas de tres en cuatro inmediatos que sienten hembras entrando en la tartamuda del conmutador solo, con sigaju en las búsquedas lamentables que compran tiempo para otra captura de variantes, otro luego, otro caviar de esclavo en cada catáfora de días y tratas especiales con las ciertas formas de culo, las confusas y con vistas al amantecado voyeur con visitas a lo incógnito con algun biturbo a las espaldas de la policía que quita el alivio especificando las fallas irreales y los colores sin sombras que no encuentran el concepto que reina lejos de las tres composiciones mundiales de un pleno que lleva el vestido de una sola plaza cambiado por la súplica de cobrar aunque sean cien quilos de pausas causantes y papusas y baterías en silencio, y otro rato de distancias para inmortalizar algunos prados que no dejan tiempo para tragar el olor a testosterona, a semillas de juliana que caen como las pocas cortadas que encargan algo para el ajo, como en medio de dos erotismos llamados a agonizar con el siempre lo mismo o las desilusiones del rogado pagaré en blanco que no llena ninguna fémina ni ningún compás de picaduras de la paciente erosionada con foto de divagación sin confirmar la incómoda inseguridad del baile del aliño del poso con más porteñas que se convierten en mujeres de apenas presencias llevaderas.
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