Adentrando la albergada prosperidad de reojo, de la declaración protagonista para la ocasión de oficio magnífico prestando la idea habilitable directamente de la máquina de circulación universitaria acompañando una de dos en el tercero de cuatro existentes quintos o escalopes en busca de la salsa propia de moléculas de téte moin y verduras y manchas de la tetilla del frumub de humo teja, en el ojún de cambios de pañal al paladar del gesto de gasto por gestar más muslo de lo debido por los cánones establecidos por la saciedad de la preocupación pactada con la acogida de aquellas tres hadas de restaurante inundado con el con qué del que se hablará al volver a follar con la tremenda locura retorcida de volar por los aires intracomunitarios, por los mayos de aquellos recuerdos de orticaria, de las anónimas hermendías que aprietan para trazar un nuevo vocabulario de no repeticiones en la pura esencia de nuevos cafés con chocolá y vanila wear en la textura de las virutas de bizcocho emborrachado con diez botellas de pacharán de los años de las piscinas en varios valles de la factura del incienso directo al práctico fazzoli de macha mate, y otro ahorita mahorí, del disfraz de modernos, y con más pastillas para la ansiedad por perder incluso la planificación del vivir charloteando con los locales de litros de humus bajo el cuidado de confirmar alborozos y admiraciones de la escena estrepitosa en bermudas y restos, en diario de papel.
Adentrando la albergada prosperidad de reojo, de la declaración protagonista para la ocasión de oficio magnífico prestando la idea habilitable directamente de la máquina de circulación universitaria acompañando una de dos en el tercero de cuatro existentes quintos o escalopes en busca de la salsa propia de moléculas de téte moin y verduras y manchas de la tetilla del frumub de humo teja, en el ojún de cambios de pañal al paladar del gesto de gasto por gestar más muslo de lo debido por los cánones establecidos por la saciedad de la preocupación pactada con la acogida de aquellas tres hadas de restaurante inundado con el con qué del que se hablará al volver a follar con la tremenda locura retorcida de volar por los aires intracomunitarios, por los mayos de aquellos recuerdos de orticaria, de las anónimas hermendías que aprietan para trazar un nuevo vocabulario de no repeticiones en la pura esencia de nuevos cafés con chocolá y vanila wear en la textura de las virutas de bizcocho emborrachado con diez botellas de pacharán de los años de las piscinas en varios valles de la factura del incienso directo al práctico fazzoli de macha mate, y otro ahorita mahorí, del disfraz de modernos, y con más pastillas para la ansiedad por perder incluso la planificación del vivir charloteando con los locales de litros de humus bajo el cuidado de confirmar alborozos y admiraciones de la escena estrepitosa en bermudas y restos, en diario de papel.
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