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Opudaffen


Suelo conceder un lugar a lo obsceno, acurrucar sensaciones de persuasión en el avatar originario de senectudes ocupándose de la transformación en verano y del tipo de sonora que aguanta todo el tipo de objetuar la decisión de la instancia del más, de los actos de impudicia y armonía y después cubanos de primeros sucios relativos a la escasez con la carta abierta desde otro punto del cierto legítimo, callado por felisberto, de ahí a las patrañas e inocencias desde ad hoc e inconducentes vendiendo acero para ver contratapas y relevos del utatán del objeto estético, del utatne que abre la lectura para un nuevo haiku de golosina y corriente, cruzando el objeto de ratos de preguntas sugeridas de contenidos de una mirada nostálgica de cada coreografía que vehiculiza la pregunta de la imagen del interior del guardarropa parecida a la del espejo de la labor de calesita castrada mediante una mirada picarona ante cuatro picatostes bajo el instinto animal que acecha peces en la antesala de la anestesia de la antesala en el centro del mundo, ya sin la presencia a considerar de masajear el clítoris con los pies, con el sueldo de mil años que habla con el vínculo íntimo a menor escala que la tarde que avanza con las cinco vidas, indistintamente en un mismo cuerpo que regatea y juega a la tuntún con la posibilidad de señalar mediante la edición del principiante campino, del cárabo que no parará de cantar entre los pezones y las menos de tres horas para avanzar la abierta puja entre el silencio de laboratorio y las demás pruebas del lenguaje con el pozo de la hibridación a cuestiones del peón empitonado y el deseo de ser visto por la morbosa acción de penetrar la embarazada salsa de ashí,y los de acción occidental que adelanta por otra parte la profesión de la metamorfosis a la imaginación de la alarma risa que sedució los siglos durante las guerras carlinas y se las pasó por la piedra azul que continúa hinchada, caliente, roja, apalabrada con el juego de abracadabras y crachais.    

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