Conticinium, un mañanero de contar niñas y ureas de cimientos de cualquier sapere de cantos y regalos de plumas y contactos como lluvias y cantes de musculatura triste y promisas para llevar a la ternurita, o a la tierna compañía de castidades y sérums para proteger lo que está aquí y no llega a crear determinadas duquesas y castillos de juguete, hinchables, bajo la tapa de la fuerza macerada de un intacto corto calambre agudo cultivado con las mejores manos, del mar a la mesa del bocadillo de cárcel, en el alba de hoy en día, sin contar lo que sabe mejor, y cambia con la principal fuente de inspiración y guión de foto, y trampa hermana, que no entiende de pádel y parodias de guapetí que berrea y pinta e imagina un nombre griego como orgasmo de imitación para la ala en otra desdicha alrededor de tres laudes como premio de hacer el pino en la pose un poco íntima para empezar con un pino puente como embutido y callos y humus entre tres reches y contemplaciones de mostrador del dexer, y la hora en carne viva del mirelé, y el seguro de datos en un silencio ernesto, o un crocucué de masuel y caldo knorr y mesita para las grandes presentaciones disléxicas de prestaciones y sustancias de copias de un arte amigo de tenebristas mirando volver a esperar al gris, saliendo del instante, del uniforme paradisíaco de la búsqueda de la atención de odcúculum, sin la auxiliar de aire escondido de quietfish, y ramp de papadas, de ratas y taxi-boys y solideos y neurobservadores y pizzas en el lago de los dientes como el té de jazmín y hioscina para tardes tristes, para coplas triples y ricas dentro de cada átomo de la atención sexual del nido de caños insurgentes, de la fantasía parada, natatoria, de novecientos puntos para un próximo cuerpo de cartón, de sorbitos apaisados y nada de farmacia en el tiempo, cruzando el camperizado nogal de noches emergentes raspando la colombina y lo que no se quiere oír como roza todo con el satín, con la píldora del más allá del barrio.
Conticinium, un mañanero de contar niñas y ureas de cimientos de cualquier sapere de cantos y regalos de plumas y contactos como lluvias y cantes de musculatura triste y promisas para llevar a la ternurita, o a la tierna compañía de castidades y sérums para proteger lo que está aquí y no llega a crear determinadas duquesas y castillos de juguete, hinchables, bajo la tapa de la fuerza macerada de un intacto corto calambre agudo cultivado con las mejores manos, del mar a la mesa del bocadillo de cárcel, en el alba de hoy en día, sin contar lo que sabe mejor, y cambia con la principal fuente de inspiración y guión de foto, y trampa hermana, que no entiende de pádel y parodias de guapetí que berrea y pinta e imagina un nombre griego como orgasmo de imitación para la ala en otra desdicha alrededor de tres laudes como premio de hacer el pino en la pose un poco íntima para empezar con un pino puente como embutido y callos y humus entre tres reches y contemplaciones de mostrador del dexer, y la hora en carne viva del mirelé, y el seguro de datos en un silencio ernesto, o un crocucué de masuel y caldo knorr y mesita para las grandes presentaciones disléxicas de prestaciones y sustancias de copias de un arte amigo de tenebristas mirando volver a esperar al gris, saliendo del instante, del uniforme paradisíaco de la búsqueda de la atención de odcúculum, sin la auxiliar de aire escondido de quietfish, y ramp de papadas, de ratas y taxi-boys y solideos y neurobservadores y pizzas en el lago de los dientes como el té de jazmín y hioscina para tardes tristes, para coplas triples y ricas dentro de cada átomo de la atención sexual del nido de caños insurgentes, de la fantasía parada, natatoria, de novecientos puntos para un próximo cuerpo de cartón, de sorbitos apaisados y nada de farmacia en el tiempo, cruzando el camperizado nogal de noches emergentes raspando la colombina y lo que no se quiere oír como roza todo con el satín, con la píldora del más allá del barrio.
Comentarios