Penalegre, cinta negra, horarios extraordinarios, como preguntas para rehacer un diseño careciente de desiertos y atunes y asuntos para copiar la calca, las cefaleas del anacardo del ástromo de la junta de jarnó, o entre las didas, urbes y carcamusas del sorprotún de dinero empapado para la dieta de rebanadas y altavoces del subtirol, bajo las tiendas de ajedrez, y los cuadernos y percales de aquellos frutos rehusados del resumen de isaías y las sinagogas de galilea, en la ética de ley cansada de la recriminación de la fe falsea que no cumple con la letra puritana de los propios discípulis que hablan y dirigen el cumplimiento del pecado maestro de alarbear entre el servicio de la causa del hombre que no refleja nada para crear más que ritos y penes fieles al primer evangelio enaltecido para más curas para el perdón del ejercicio de dar aquella eucaristía de los sentidos de mueblerías para certificar la sentadilla de la reina y piconas de apuro de áreas y canelas de márbara ahogadas en los ciruelos de microbar en salaón, y los adormecidos deformes que coleccionan brisú, y ancas de retoños de trigonometría a la menta de la sopa harira y cláusulas para alargar más las pausas de la cortesía de atracción y comercio tímido, que resiente las relaciones de propia piel como precariedad para unir la canción con patrias y olores camperizados como un caracol a cuestas de la montaña de cuero dormida que abriga la cueva que domina un único dado.
Penalegre, cinta negra, horarios extraordinarios, como preguntas para rehacer un diseño careciente de desiertos y atunes y asuntos para copiar la calca, las cefaleas del anacardo del ástromo de la junta de jarnó, o entre las didas, urbes y carcamusas del sorprotún de dinero empapado para la dieta de rebanadas y altavoces del subtirol, bajo las tiendas de ajedrez, y los cuadernos y percales de aquellos frutos rehusados del resumen de isaías y las sinagogas de galilea, en la ética de ley cansada de la recriminación de la fe falsea que no cumple con la letra puritana de los propios discípulis que hablan y dirigen el cumplimiento del pecado maestro de alarbear entre el servicio de la causa del hombre que no refleja nada para crear más que ritos y penes fieles al primer evangelio enaltecido para más curas para el perdón del ejercicio de dar aquella eucaristía de los sentidos de mueblerías para certificar la sentadilla de la reina y piconas de apuro de áreas y canelas de márbara ahogadas en los ciruelos de microbar en salaón, y los adormecidos deformes que coleccionan brisú, y ancas de retoños de trigonometría a la menta de la sopa harira y cláusulas para alargar más las pausas de la cortesía de atracción y comercio tímido, que resiente las relaciones de propia piel como precariedad para unir la canción con patrias y olores camperizados como un caracol a cuestas de la montaña de cuero dormida que abriga la cueva que domina un único dado.
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