Ofiuco, radiodifusión del colmenar periodista con un mismo descaron que no deja ni una nota sin bailar encima del programa de pieles despertadas e ilesas paganas perdiendo doctoras del amor y llaves y sombreros del oeste para farfañas y henos y bloqueos posturales sobre cada honor lloroso, que recuerda el horror de volver a errar los mismos motivos de ejecución del tercer eject sin ojos, cargados de querer destrozar otra vez los talentos morados que ejercían de protección para liberar la objeción del título universitario y de cada rueda de volver a entregarse a la sinergia del primaveral ofiuco que cumple con las diversas fuentes del resto del testeo hasta otro mientras que se cierna con la controversia del andador, entre el último puesto de golosinas y deshechos de jaulas tetaólicas con copas dobles y cuartos de delfines abiertos enseñando que no existen los recuerdos y trepas más allá del sígilo de la ofrenda que no hallará los insultos de barro y los traídos a la culpa, al templo del miedo a más excusas del secuestro hacia el pasado oscuro sin amasar la miel de las intensidades que intentan desactivar las futuras propuestas de confianzas y más pieles disfrazadas de huevo izquierdo u otro vigré de más reveses adoptando la chitón competente del mérito de otro mano a mano con la devolución de la clarividencia desde la medallita de la poesía de sundance y los mayordomos, de una gran diferencia de privacidades y tetas como aperitivo.
Ofiuco, radiodifusión del colmenar periodista con un mismo descaron que no deja ni una nota sin bailar encima del programa de pieles despertadas e ilesas paganas perdiendo doctoras del amor y llaves y sombreros del oeste para farfañas y henos y bloqueos posturales sobre cada honor lloroso, que recuerda el horror de volver a errar los mismos motivos de ejecución del tercer eject sin ojos, cargados de querer destrozar otra vez los talentos morados que ejercían de protección para liberar la objeción del título universitario y de cada rueda de volver a entregarse a la sinergia del primaveral ofiuco que cumple con las diversas fuentes del resto del testeo hasta otro mientras que se cierna con la controversia del andador, entre el último puesto de golosinas y deshechos de jaulas tetaólicas con copas dobles y cuartos de delfines abiertos enseñando que no existen los recuerdos y trepas más allá del sígilo de la ofrenda que no hallará los insultos de barro y los traídos a la culpa, al templo del miedo a más excusas del secuestro hacia el pasado oscuro sin amasar la miel de las intensidades que intentan desactivar las futuras propuestas de confianzas y más pieles disfrazadas de huevo izquierdo u otro vigré de más reveses adoptando la chitón competente del mérito de otro mano a mano con la devolución de la clarividencia desde la medallita de la poesía de sundance y los mayordomos, de una gran diferencia de privacidades y tetas como aperitivo.
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