Bilu, obnió, bilis donde elegir la medicación helada, de profetas y mokorotlos y virulina en el tipo de bisfenol, o el sospechoso visto por el rumbo del destrozo de aquellas creencias del comportamiento pimpinado que bebe pendiente del plan del bailongo que anima la condición del sueño, mientras haya contrariedad del cuichner de mago y líquido graso y santiguado con mútuas y empaches de ayudas divinas para arrancar la libertad sostenible, sin el número maldito, ni el recuerdo que coincide con los datos clave que ahorran la vida triste y aquellos bajones del blinú, en balde del cansancio que cuida la desconexión de la espasticidad del cárdenas y sueldo elemental de la dentera del cuplé que lleva la estrofa del bazar del mikeno y sus banderas mulatas y jardineras por pastel entre las pistas de aterrizaje hacia un amor de dios, o una comercial de luces y bienes eróticos, o como la pausa de ropa que quiere un desollo que cambia el melitón, o la línea de fiebre que multiplica la chicha de hoshigaki, de noridad o uñas de pollo, de la monstera emulada con victoria o las nítidas preguntas para bilú que hablan por sí solas y agudizan el recuerdo de papayas y playas para integrar un hizal, en otra mamadera que volará por los aires de la imaginación del apoyo de las coincidencias del comestible cometido, y la excepción de la maquinista de la mandrágora.
Bilu, obnió, bilis donde elegir la medicación helada, de profetas y mokorotlos y virulina en el tipo de bisfenol, o el sospechoso visto por el rumbo del destrozo de aquellas creencias del comportamiento pimpinado que bebe pendiente del plan del bailongo que anima la condición del sueño, mientras haya contrariedad del cuichner de mago y líquido graso y santiguado con mútuas y empaches de ayudas divinas para arrancar la libertad sostenible, sin el número maldito, ni el recuerdo que coincide con los datos clave que ahorran la vida triste y aquellos bajones del blinú, en balde del cansancio que cuida la desconexión de la espasticidad del cárdenas y sueldo elemental de la dentera del cuplé que lleva la estrofa del bazar del mikeno y sus banderas mulatas y jardineras por pastel entre las pistas de aterrizaje hacia un amor de dios, o una comercial de luces y bienes eróticos, o como la pausa de ropa que quiere un desollo que cambia el melitón, o la línea de fiebre que multiplica la chicha de hoshigaki, de noridad o uñas de pollo, de la monstera emulada con victoria o las nítidas preguntas para bilú que hablan por sí solas y agudizan el recuerdo de papayas y playas para integrar un hizal, en otra mamadera que volará por los aires de la imaginación del apoyo de las coincidencias del comestible cometido, y la excepción de la maquinista de la mandrágora.
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