Nethem, convención, redención y la libre rosales, y lo que no puede ser cuando hay más siete pots menos para la colada de juliette, o cada infalible inflable imaginación de volver a formar parte de la indiferencia de aquél crecimiento hacia la muerte inmediata de la playa y sus transcripciones de participación y aquella alelil de tifón y pegatinas de genios y otro porque lento de sentimientos del volver al comodín borracho que se acerca a la absorción de la rivalidad que languinece para hablar de cafetales y algo de teoría sin muchas estructuras de magnantes planetas y placentas de argán y las palancas de lavash, sin el sueño imperativo, el pobre y los rejos y pitus que saltarán a sentadillas para excitar las arras del plebeyo justo en el centro de la bahía del pergamino que deriva de la servilleta manchada de incomprensión y sectas de apalaches, apapalchoes, devarisán en el amanque de personalizar un diferente club de despertares y deudas de cetros y regiones de geología de sepkhas y montañas por las dejadeces del acné que no sale para salpicar el salto de la fuente del poroto inífugo que tienta la alerta enchufada a la justicia, a las alitas de algas y jején, y la voz de las política de las pensiones y carteras del protocolo para guardar en la imprecisión del remolque del libro del dos mil, esmentado en la justificación de la radio espectadora por presentaciones releídas.
Nethem, convención, redención y la libre rosales, y lo que no puede ser cuando hay más siete pots menos para la colada de juliette, o cada infalible inflable imaginación de volver a formar parte de la indiferencia de aquél crecimiento hacia la muerte inmediata de la playa y sus transcripciones de participación y aquella alelil de tifón y pegatinas de genios y otro porque lento de sentimientos del volver al comodín borracho que se acerca a la absorción de la rivalidad que languinece para hablar de cafetales y algo de teoría sin muchas estructuras de magnantes planetas y placentas de argán y las palancas de lavash, sin el sueño imperativo, el pobre y los rejos y pitus que saltarán a sentadillas para excitar las arras del plebeyo justo en el centro de la bahía del pergamino que deriva de la servilleta manchada de incomprensión y sectas de apalaches, apapalchoes, devarisán en el amanque de personalizar un diferente club de despertares y deudas de cetros y regiones de geología de sepkhas y montañas por las dejadeces del acné que no sale para salpicar el salto de la fuente del poroto inífugo que tienta la alerta enchufada a la justicia, a las alitas de algas y jején, y la voz de las política de las pensiones y carteras del protocolo para guardar en la imprecisión del remolque del libro del dos mil, esmentado en la justificación de la radio espectadora por presentaciones releídas.
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