Transportes de la próxima, hacia la dagda, importante abandono con impotencia de no tener dueño ni delito transtornado como aquellas pruebas de cambios por dos muestras de un pero, o para repetir el respeto capado, el restrepo que va sí o sí al puesto de mojito de jengibre y drákar y veletas del albedrío sin su tikún, para cualquier portfolio de la zona neonoquiana con piezas cedidas por la institución del gusanillo para viajes y sexo y dágada y más etopósido que repone los antros de rochefurd y las casas de colores y las segundinas para las mentes pensantes que se relatan como piñón cremallera y la parte de historia para explorar el sanscript de tránscrito y rústico amasado para no dar tiempo al inerme para la apirexia centrada en el otro ninou de la banda del telescopio delgado, o las llegadas de otras veces y gajos para saltar del quince al trece, y la salsa de nías y orejones de albaricoque y géneros de fruta y voz erótica para correr y manchar los barrios y nombres gigantes y doce fichas atrapadas por una psicosis de volver a perder la nóstromo, de aquellas pistas de plazo inca, con hora relativa e ignorante para no levantar los símilos del pasado como control alimentado por el circo de garrapatas y muecas para otro estupor de bocajarros del aliento frío, fémino, monólogo de cambio.
Transportes de la próxima, hacia la dagda, importante abandono con impotencia de no tener dueño ni delito transtornado como aquellas pruebas de cambios por dos muestras de un pero, o para repetir el respeto capado, el restrepo que va sí o sí al puesto de mojito de jengibre y drákar y veletas del albedrío sin su tikún, para cualquier portfolio de la zona neonoquiana con piezas cedidas por la institución del gusanillo para viajes y sexo y dágada y más etopósido que repone los antros de rochefurd y las casas de colores y las segundinas para las mentes pensantes que se relatan como piñón cremallera y la parte de historia para explorar el sanscript de tránscrito y rústico amasado para no dar tiempo al inerme para la apirexia centrada en el otro ninou de la banda del telescopio delgado, o las llegadas de otras veces y gajos para saltar del quince al trece, y la salsa de nías y orejones de albaricoque y géneros de fruta y voz erótica para correr y manchar los barrios y nombres gigantes y doce fichas atrapadas por una psicosis de volver a perder la nóstromo, de aquellas pistas de plazo inca, con hora relativa e ignorante para no levantar los símilos del pasado como control alimentado por el circo de garrapatas y muecas para otro estupor de bocajarros del aliento frío, fémino, monólogo de cambio.
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