
Otra vez el destino juega a las damas, de repente, rosa, sin ningún papel a favor como en el pasado, sin Rudolf, todavía con ella después de casi cuatro años en la distancia de dos voces Salamanca Barcelona, a no sé cuántos quilómetros de distancia y la partida vuelve a empezar como en los dos años antecesores. Vuelve, vuelve creciente para apoyarse sin equívocos por aquella típica embajada, más que un principio varios ansiolíticos de golpe, o mejor, una caja entera de comprimidos diazepan prodes, entera, una detrás de otra, sin apenas agua para hacerlo bajar, sólo con un sorbito de batido de coco para agilizar y atrapar los efectos sedantes más rápidamente, como inyectado directamente en la vena, solamente para sentir el placer y no volver a la agonía de la crisis de la fisonomía aguda que ya se sostiene en un puntal de fierro bien forjado, sin pozos, ni malas hierbas, las últimas arrancadas por Rudolf y su Teosofía que evoluciona hacia las intimidades y luego hacia los mundos superiores en sustitución de la toxina más potente inyectada directamente en algunas cartas boca arriba.
Comentarios