
Sí, es duda en las veladas nupciales, en la extraña historia de insistencias y bares nocturnos de la luz a su petición de cara al éxito provisional para no estropear la plácida complacencia, insisto en los derechos, en el satín de la bombacha, en ella repetida una y otra vez, pero no viene a verme, no me busca, insisto en toda la teoría física, en cambiar de cuerpo por uno que me quiera más, que funcionen más sonrisas y neuronas sin excusas ni más de quince minutos, de doce candidatos y magia como resultado final a la trastienda dura, callada; otra vez insisto los monólogos del cerebro que se fijan otra vez en el pánico del mal, joven, con horas de vigília, ya no amo de lo mío, ya no dueño de la nada de belgravia en una parte periférica, alejada del satín, de todo, de la vida, de un ru alejado de la antroposofía de la época, del seguidor barcelonés y de las dudas insistentes que esperan trabajar por la felicidad encaminada, por cada texto, por Peral y por los diez; insisto puntualizar narcopuritarismos y hechos evidenciables, falta de estadísticas y algo que se prolonga con un largo beso, algo argentino, sin sentido como un dato anecdótico en la juventud y preparativos presentes sor se va la semejante burbial y tampoco me mira, espera alguien más potente; cuesta un rato enfermo, en trance conocido en minifalda.
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