
Estando en amargarte el viaje me encuentro salpicado de brillitos, como gotitas de leche en ayunas, capas dormidas en edredones de plumas de oca, almohadones, mantas de trigal y un buen badulaque, tantas distintas de espíritu y azucenas, igual que antes, yo mi me, como decía que no me atrevo a mirar a la nada, a saludar a la paranoia, a decirle como me llamo, a hablarla, a follarla, vengo a pedirle Gerónimo, pan seco, que vino volando desde andújar hasta el desde luego de despedida, hasta Montevideo, carta canta, lárgate, lárgate con el encierto pero déjame las minas, telecataplum de igual a igual, almanaques, el anillo de Nacional y su hinchada, señora, y su mapa detallado en un recuadro con la calle dos de Mayo señalada donde te pueda encontrar, donde pueda recordarlo todo y besar a tus queridos de parte de todos los míos; o el perro o yo, o los de la televisión vasca, la francia, escollo de la novela para dar una vuelta en el jardín de Pierre colerigge, laffla, aquella desafortunada frase de la abuela que se repite con meros vocablos y singnificante distinto, vuelve, vuelve karak, vuelve con tus estúpidos comentarios de las fotos yá escritas, ya adueñadas, con increpancias del destino, con Blas y toda la troupe que se alegra de los adeús despedidos del simpático payasán en tantos respetos y faltas de la menstruación en alto rango y el copete condenado a quedarse a montilivi para aprender a garchar y a cambiar de golpe el calado, el futuro por sólo cien horas, la víctima de hacer llorar a las incertezas, realmente álvaerz húmedo; deja, deja...ya la subiré yo mismo.
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