Cuando caray

Carayés, cigarrillos quinceañeros desde adjetivos hasta muros teñidos de la desmemoría, de aquella vana bienvenida del nuovo cambio de pareja nada más heme y humus venidero y ésero e cosa de dos copas de mi noche sencilla, sola, híbrida vejez íntima en suero que imita ser un normal avisado con planes del no quise acumular temores incorrectos para celar la carga que me hace esperar el colmo en bemol y no estabas mañana, te creo como presentada, pero tengo como latente el bueno levantado, que aún no entiendo el discurso repetido del que pregona la incapacidad llena de tesoros y cookies y meretrices que me darían el dilema del cielo en el instante de publicar intentos de famosear con el ron abrazado, tíbio al si la paso o será ella quien me llame y me lleve a acariciar lo descubierto sin tartamudear en mis ideas recíprocas, algo necesitadas de respeto y jotemmans que rozen la experiencia como si la misma corriera cuentas para elegir entre uno y otro sin poder ser considerado de un proceso de la tincada del ático maquillado con el patetismo de un nosferatu de papel, empático, como cada seduví de riesgo y el bottega deseable de cualquier otra firma de las voces serranas de analito, quinto seín, agropecuario cuando dicen heces germánicas de dachaú, del primer bello siguientes lúpulos de mascarpone y cimientos como rumores contagiados de powerpoints de ositos junto a la invitación de las míticas igualmentes con ganas de induirla con magdalenas de la vertiente soltería que lleva nosécuantos hechos y moralejas individuales y preguntitas para ponerse melancólico y burlar el abrefácil del plastidécor, y el trozo de durex para la merienda entre agarradas ganastas y bastantes drugas.