Archifamosas céneres

Arenas encharcadas, u archifamosas en véledes tan vividas como las del minucio sin ductilidad para el morboso impúdico del rostro de cualquier tarde envenenada por la sonora del pasto clamando la tibieza en las vísperas del ronquido hediendo el margen veloz que vuela hacia las ásperas de excelente desesperanza por la postproducción del inventario de colonizaciones y sedimientos de virilidad como diabéticos obstáculos en la boca del poste, en la clorificada disgregación de los huesos de arroz idénticos al rescoldo de las turbinas y flechas como hormigas sin significado, sin la moraleja de islotes, de la feria del tiempo en el yergue entrópico, corrigiendo el destino fácil por el justamente lanzado contra el dibujo, contra la pieza de lienzo para pintar la amueblada al lado del arsénico rígido, como la corriente caucasiana que reaparece para evaporar la patogénia del dónde morir con el acento en la esdrújula directa hacia la secuencia de incomodidades mirando al faro, a la poesía que confluencia con la mirada del lago gallego después de otra película de sangre y verdaderas deletreadas propugnando las infratemáticas que deleitan la brude de cenizas y flemas del unguento de huevos ahogados para el postre de más arriba que la metralla que requiere de globitos para provocar el pedo mayor de mágicas que escalan la esencia viviente del canto de humo danzarino, de musgo, de lavadoras inigualables, de chismosas hermandades sin reglas que almacenan muñecos de lavanda aromable, de vainilla y sedimientos de torturas abnegando el atropello de aguardar el amado desemparo de otra tarde de sábado y límoges y orgasmos felices, sin hambre de conmemoraciones que pulsan las vibraciones de místicos al fuerte y hondo momento, al torpe luego de primavera repetido en el epitafio en extensión extasiado hacia el puro éxito, sin más, sin retomar abruptamente la cárcel de engalanados embriones de la ansia de anís y apuros en el lugar de la estela del galope ajusticiado que daña cadalsos y cánones para festejar el linaje que cimienta el otro cátulo de laras en la caja de cristalito blando y cuero de las dos arrugadas mortajas para tapar la frescura del rómpope pompón de trapo y felpa y negación haciendo una constante barbecué de la evidencia de los enaltecidos de las habilidades de la concepción técnica sin total comentario o pregunta, o un asumido adiós.