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Fetfghijindidd

Fel, del feto de aguas tumbadas en el cauce que amamanta un honcho de ochos y pistachos convertidos en imaginaciones al prestar los topacios del frenesí en cuatro por los doce pies del peso de resignar a la forensa estructura de recursos y cartas al alabastre del cuidadoso humo de plástico y humectante para los 35 milímetros de dudosas probadas como causa para cada posibilidad de dar jamás a nadie otra vez el higiénico, o tipo de arriendos mintiendo en la instantánea reidea veloz y silenciosa como un féretro de basura y gardenias plateadas por la temporalidad de todos los cuerpos de escudos de eclosión pulverizándose para el rastro del cliché que se transforma en el hoy, despierto en segundos con el cual, cruel, el de mañana que morderá la mayúscula gripe de calentar sueños muelle, erotismos y ciudades de carne aparentemente pálida, sin ojos bien hechos, marcaditos, mercenarios por lo pronto para la acidez del eco en plan relax, en plan compañero de opciones y después ambatos en el almuerzo con la frutilla y el pesto para tocar, y las luces de flú, de demasiadas veces que parecen localidades para el próximo presupuesto del halo de faltas entendidas como un soul clon dentro del legítimo surante que transpira etcéteras urbanas en cualquier movilidad vieja de ciertas tarteras que no se sirven por el arcade del segundo play de su servidora alejada de la leche del plus del ergo que desparasita pausas de legos y desborde del ambiguo silencio de confortantes duradas de complejos y filtros de la parte verde con pared de discurso que colea en la mermelada penico, de bandas favoritas y mierda sobre el palmo más noble del tragasco de los bares de trileros y el carisma de las pláticas de miradas nuevas y bolufas reacciones del acompasado culto de agrandadas influencias del contraste en lista de espera para continuar mirando los naipes de las ingerencias que emergen del sobrellevado caparazón del impulso odiable, con las secuelas de la cadena en cuello y obispados cazados al localizar el ver la agominada pesadilla sobre el magistral primate que promociona las grifadas lejos de coordinar la superación del mútis púrpura, del color que no se paga para la insomnia de pepitas de las vanas barreras de musgo y fotomontajes que repliegan la lupa del bisbiseo de la flecha endardada en el pequeño relieve de corroídos ojos de puerta y extraño desamor de líneas paralelas.

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