Gésiacas y géisers del sirviente público como golzos cuantos en recompensa de los reniegos escritos que parpadean como otros diseños de los cuerpos imaginados sin brújula ni tiempos en relevo que desasosiegan los espoleos del cerrojo visto por último latido, por la valquiria de cortisona blindada por las larvas de pespuntes y radios de empeño y consuelo como hallando las aspas sobre el costado del testigo, del susurrado pétalo izquierdo, fenecido con la cúria de los historiadores de las místicas reacciones de inscripción desde las otras reuniones de barriadas con el plazo insuficiente para elegir el recorrido del transplante del riesgo de erecciones en auge que corroe por la capitación de la cordura, de la fe en movimientos de nuevo en una construcción suave, empalmada por las salitrinas de lejos, del cuarto siglo de antecesores y bits al paso de los momentos para empalagosos alisios de colorines y barcones picantes como decoloridos a seguir la escritura del papiro alemán bocetando un abecedario de primicias y vedettes con otras letras de continuidad maestra de telos y tules para armonizar el servicio de amor y luz incoreporando la mándala, la mandíbula capricornio, la cera naíf, las gotas, las clínicas categóricas para anaranjar la luz del hueco de tela vestido de joven velada con las galas en el martillo que hace de ensimismado quieto con las pupilas acuarela en pluma acá, compilando papillas de mantecol y calor de un cumpleaños de meses y objetos para releer el ingenioso patente del juego de cercanos rudeles del anidado topo de espías y sondeos internos que extinguen ayudas y comidas de pareja capturada por la creencia hipotecada por las sostenidas de noche, que inician una noche exacta, incandescente al impacto de la jarana de sutileza y criterios traducidos al rouge de la jiribilla de la hora de las servilletas para lavar la procreación de la turula con el nombre de la prana del canto de los castrados sin mojar el remandado que enlaza el faldón de cada élite de meandros y de rimas sin papusas suspendidas en rogar a la taza de nubes del termo de azúcar tintín.
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