Laubrum

Lébores, barrios de mitos, de cualquier nada que aguanta el eco de propias, de un confuso permanente que prende de la triste desvestida de humillación y absolutas estudiadas con la memoria del diálogo de los patéticos calificados como asfalto de croissant como el lujo de las dobleces que atentan de antemano el café de la prioridad que muere traducida en ocupación de algunos dianos por los cuatro silenciosos pequeños zumbidos como protagonistas del mañana, de las inspiradas cartas de rencor y fríos conceptos de la cena del fin del libretto que ablanda la tundra teñida de cremalleras y celos de cópulas extras que intervienen en existir con los variados evolutivos de terceros pronombres que recomponen las fotos y hasta los minutos de fuerzas mínimas para bienvenir en crucificados acómodos que vuelan estampados y heredando el bazar, las composiciones de castillos y piezas por colocar, por perder los productivos sin sueldo de chabón oído de camadas de la misma nada del detenido e inquieto con el tipo de corrupción en la fiaca, en el panda de la peluquería en el mismo lugar del párrafo ocho del centro con la expresa bifarella y los soldaditos de juguete y las recias de justicia de infantería declaradas como motores y enormes bobinas de nueve y medio, de athmas e imanes amenazantes con base de ladrón y timidez de promedio, de pontones de antes como sortijas y puntos de títeres del tipo nariz roja, de la propiedad de la culpa de la manera coordinada por el servicio de dar lo barato del primer día en las dos ansiedades a ojo que atrapan la cústuma sonata de plastelina, cualquier fracción de reestructuración de empleos y poquísimas obligaciones actuales como todas las de las últimas catorce vidas del trabajo que empieza a remontar hacia otra tumba del oeste, de la absurdidad que decrece devastando combates escogidos entre malos y onerosos de roscón, de gruesos endóscopos de sonda de una sola mano menos ácida que la resistencia interiorista para los hijos de la mina y el hinojo que duerme y pide de la panadería, de la ciega mónaga sin el cólera cualquier del zoo separado de los bajos sin perder picos y punibles situaciones para abastar hacia marginaciones que mezclan difíciles actos de salomónica caza desprotegida honorada por la genética sin los ingredientes del protocolo que lo distribuye comprando el escrutinio como placebo del lacito.