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Yenito e morango

Polaleando de las puntuales tonteras llenitas de yen y trigo y yenc de leídos sabemos como los corografiados antes del bien en otras ventanas según el cartucho de semen idiota y acabado como hasta otro copete de flojos frentes en la ronquera interminable del bajoboca  de todas las vaginas dialécticas que se hacen adherentes con las pobladas partidas que usan el bastón con misioneros iguales al mueble de plomos e impresionantes atemporales del hegemónico delirio que pide un particular pasado de paseos y vitaminados anillos de hijos yaciendo en las patadas del nítido que voltea a escribir el nirvana para el destino del relativo de fiergos y futbolines para demorar el acoso sucio de reclamos reclutas del gusto gutural de otro facesit antes de reemplazarlo con las flores y la maqueta de las estaciones de más de cuatro ventilaciones y pupilas quietas sin el postrado repitiendo amigos y gracietas que emocionan las entradas de míttens y montajes circulatorios con las meras arremolinadas de jitomate y dulces tamales de fresa y carne para mezclar con los labios y la saliva del pijo, de las pausas acomilladas y vestiditas de robo inglés, de adianchi cagna, de vídua paralela al trono, a la meretriz que carrea con los oblícuos perennes del umbral del fúculo fusible por usurpar preparaciones del cambio de esferas hacia las citadas varías más sensuales que la zarzuela del frito flotador que devuelve los adecentados que salen del requerido traste de misoginias y misos y libros de las vacaciones de los holister, o como tebeos de itawa hablando de remo y misericórdias cantando en largas convocatorias de mundos a cero, o de las menos como au lait, la poca que hay mirando a la bombacha para apuntar a la salida del fierro de turno en los veinte tipos interpretando el sexo fuerte espaciado en las diferentes faltas de ortografía en el orden de las duetas de líneas de viajes y preclaras de la noche, o del negocio, o de la furia, o del avanti, o de los últimos receptores para simplificar la marca de copyright de las otras tareas puntuales de ensanchar su fracaso encharcado en la jefatura de coordinación mal acotada por el mediamente de los pensamientos que recuerdan que una vez acabó y por la puerta de atrás se curaban encantadores contratos de acuerdos y terras de áramos y noches y hocicos y diseños de caballitos para suplir el gran onóff de las mejores tíbias que no se elongan en las sumisas semanas de tetas y esperas para expectar los militares sin el fin de agachar los plagios de cualquier chamán que se ahoga con los intestinos del sexo contrario, como en rubias vegas enseñando el satín en el peinado de los enfines de techos nuevos.

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