Trampantojo

Tojal, la trampa de gamma, el trozo de rilette, o antojos de esperas para la contestación, para las agrestas de la piel con olor a moho y boletus y alguaciles extendidos en la licantropía apoyada al calor de comer ébrio indebido asentado en el directo y haciendo de secundario preferido para los canesúes de griteríos y tantas incrementadas descorridas volainas del mínimo tetrálogo en el trance del mientras tanto sin respeto a estrenar todo trance que sale del siguieras sin los gruypos vendiendo el pan de cada día del sedán que no recuerda el lugar de la caída con el sobresalto del negro timbre de pañuelos que roban las conquistas a la espalda del vano del calzado que arropa el río de conquistas del destino reconstituyentes con cajas de pandora estancado los debajos implacando como en una manifestación de boxeo, o de infinitos siameses desde babuínas en bambalinas en esmerada edición a cargo del velocismo de darle cuerda a la almohada sin menos historias de furibundas glorias del escritor de los que aman escribiendo cursiladas y efemérides y porqueros y sustancias y breves requisitos para ser y saber comparar un monstruo del tiempo con incólumes tempraneros que limitan eufemismos de la cosa privada que tanto recorre a los restaurantes de la metafísica para olivenza y cerdos en carncería parada desde las cocinas y los hornos y contiendas del nollate despiezado con la fresquita de agroalimentarias como guantes y hombres de día triunfador en el engreimiento inmune de los oficiados testigos genuflectores del esmérido festin de los preces de años que buscan todas las postineras que dividen el reparto estomagante del meloso de creer en notas de amor o pestilencias que volverán a surgir en los momentos más bajos del cerebro sin neuronas que confíen en el cambio, en los desdes del techo del juego que copian catacumbas e ibersias como corchos de cuestión que agamena los diminutos líderes locales, inmisericordes ofreciendo como un cautivo que devanea la contraprestación con las toxinas de semillitas y varios hijos y momentos de artisteo impune de la doña de los tiempos, ahí, preciosa con la tripa de fuego y protejuelas de medianas mostrencas llenas de virados al color azul marinado del cornoque afosado con la mala y tarareada en dieciocho ocasiones como en las darumas de especular con varias palabras de recaditos de audio con alicientes de refinamiento y todos pares apartados del fuller a esquina de vigías y alavites y séries y uncóvers, todos de tapujo y parpadeo del decúbito concurso de domingo.