Con lo del bastará no corre la ósma, ni se apunta en una boca de buzón, o libretilla de anotaciones y pinturitas y pruritos para controlar el ritmo del cardio acachetado con las telenovelescas actitudes para acariciar y morder el trasero de Selma sin ootaru con el pez de tierra, y los peligros, y los exactos atacantes como principal acto de según que colza y petaca por la ciudad y las canciones de desvibrar la fuerza al servicio de la pata primitiva, o las borracheras del jet lag de arriba sin los cuáles de élite, un poco subidos de tono y de telmos en la fluctuación del olor del aliento que pauta una toma precisa de rigurosidad de un principio antes de la evodopa enmascarada por el tal cual de la rigidez y la disinesia y la imatación temprana que provoca repercusión y la afasia pegada al porcentaje del motor y de la igualdad de implicación que aparece con el giro y la tensión de la tarea que maneja la mente, los tratados de peso con el bit premotor que no acompasa el externo, ni los basales del sonido que genera el ritmo de unas sonoras matemáticas en baile, siempre en bohemias, en un punto de la exactitud encallada desde australia el equilibrio dependiente del independentismo neurodegenerativo que ya da igual el tipo de partituras de fronteras en la forma que se desarrolla el lenguaje, y las normalidades del déficit y de las salvas sin desarrollo con las piedras del sinó del tiro hacia un no lo sé que tampoco sabe continuar con el ticket del carrefour que quiere mil cunilingus a la vez que la cucharita que maneja bicimás sin lo justo en el candado de las estafas piramidales del futuro gestor de olifan y paisajes de la compungencia comiendo tres sopas y sudores que no huelen a comida, a downtown cántabro, como a nana dramática con un poco de suspiros y jadeos naciendo e incorporando el descorcho para vivir e iniciar las hojas de cálculo para redondear con el disfrute de la trayectoria oral del momento con la baba viva de permanente y el cuerpo como filosofía.
Con lo del bastará no corre la ósma, ni se apunta en una boca de buzón, o libretilla de anotaciones y pinturitas y pruritos para controlar el ritmo del cardio acachetado con las telenovelescas actitudes para acariciar y morder el trasero de Selma sin ootaru con el pez de tierra, y los peligros, y los exactos atacantes como principal acto de según que colza y petaca por la ciudad y las canciones de desvibrar la fuerza al servicio de la pata primitiva, o las borracheras del jet lag de arriba sin los cuáles de élite, un poco subidos de tono y de telmos en la fluctuación del olor del aliento que pauta una toma precisa de rigurosidad de un principio antes de la evodopa enmascarada por el tal cual de la rigidez y la disinesia y la imatación temprana que provoca repercusión y la afasia pegada al porcentaje del motor y de la igualdad de implicación que aparece con el giro y la tensión de la tarea que maneja la mente, los tratados de peso con el bit premotor que no acompasa el externo, ni los basales del sonido que genera el ritmo de unas sonoras matemáticas en baile, siempre en bohemias, en un punto de la exactitud encallada desde australia el equilibrio dependiente del independentismo neurodegenerativo que ya da igual el tipo de partituras de fronteras en la forma que se desarrolla el lenguaje, y las normalidades del déficit y de las salvas sin desarrollo con las piedras del sinó del tiro hacia un no lo sé que tampoco sabe continuar con el ticket del carrefour que quiere mil cunilingus a la vez que la cucharita que maneja bicimás sin lo justo en el candado de las estafas piramidales del futuro gestor de olifan y paisajes de la compungencia comiendo tres sopas y sudores que no huelen a comida, a downtown cántabro, como a nana dramática con un poco de suspiros y jadeos naciendo e incorporando el descorcho para vivir e iniciar las hojas de cálculo para redondear con el disfrute de la trayectoria oral del momento con la baba viva de permanente y el cuerpo como filosofía.
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