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Uppnarar

Con lo común, capitalizable, sólo son macarrones con moho acompañando el nicho de cada creador capaz de reír para hacer desconectar a los otros espacios para vomitar la pura decadencia que refleja su peliculeo costumbrista y las apetencias creadoras de contenido para equilibrar la exposición del qué, de la línea diaria para respetar la migraña ermitaña, o la neutra en el entorno del ayuno financiero, vinculado al dramita de los loles a pequeña distancia de compton y todo el rato midiendo las sombritas sin las pieles de  cannabis ni el traje de pasta y agua ay madera no irónica o glamour listillo para la crítica de la forma de pensar para remarcar en los engranajes y aquellas palabras de uppnarar y lo común que agotará la batería del público perenne y los ganchos de la gauache o ganache, o dícese de técnica de manipulación, más de alimentos que de feas estructuras depasta a la portuguesa con napolitana y hongos y algo de pensamientos apestosos que no convienen hacer saltar otra vez al cerebelo amargado por el no motivo de fermar cualquier cableado en latas de conserva, o indagar entre todo lo que habla solo y sale y entra y vuelve al garaje y que cada vez se parece más a los inicios del big bang, al perro que fuma y extraña el molecule que pasa por sol, por la coletota del desoyo del puding ligero de espuma dulce de licor de huevo y amanitas en forma de color marcando situación de poder, de fiallida, del plurito del desayuno de mañana de cangi west o entrevista experimental movida como para tiritar en el fluido del deline sin la anónima delfina quemando suelo y bombachés y deleitos para bigolear en las entrañas del jersey de lana y lino, embotellado en las proezas del recuerdo de la contienda contada con las manos de las palabras y milagros, y más macarrones con moho estirando para caber y ojear el saber, las esencias del último pensamiento pecador para el bajonero más light.         

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