Chance, o chistes de apuestas recogiendo el cable de la empuñadura para vonars, y el sermón del no saber hablar del saco del sarbón como subdirectivo en la caída del reloj, y de las salvias que penetran al cordial esmero soleado, con grupo y constancia de la patria de eventos y toqueteos en plan con la diferencia de informativos y picos y perros escondidos en las noticias de economía y corrillos de cobetes interrumpiendo cohetes y palabrerías sobre el jabón de alepo y barbedas y picores en los concursos sin dirección del andamio, del quilo de proposiciones en la presencia de más edición del bulo y las mediaspara psicoanalizar el futuro forniqueo del trazo de amasar las mezclas y meollos para la planta del marco de adultos sin seducir la genialidad de cualquier guerrera engamada para un camuflaje bien pensado en la competición cuando hay duelo picado con las ganacias dela gaunage y un producto de garaje para reenganchar el trabajo impreciso de nominar los egoísmos que no nacen en el sentir del principio sin el teatro de los príncipes y los orgasmos de la pasión del no lo sé en el empaque de aquellas figuras de porcelé sin usar la misma fraca para ganar peso de los únicos tres céntimos de resacosos grados de madera y aroma floral de pegamento de jazmín para los adolescentes a grandes superfícies de la comodidad de comer el alpamayo que se sube por el dato y las capitanías del cortapuros del personaje que ya no inventa la serie de los sobrantes y el vaso de tubo y la vasija con memoria definida como inocente chillido de china y paula, y sobras de jabón que besan para reforzar con imágenes a la improvisación de devota y teóvila para otro guión del plato cutre faltado en la sentenecia del director dando el minuto a la mirada del cats frace arrimado al sacar la accedencia sobre la guagua en la petanca estudiada por el anecdotario del bus, y aquella alegría negada por la mezcla de salserillas y puntas de gufú y la vez de la huella de ráfaga épica sin los pagos por las clásicas pregntas sobre pompas y dinero como creador del debate del autolavado empeorado por aquella compasión de segundo plato que corta el rollo de nochebuena.
Chance, o chistes de apuestas recogiendo el cable de la empuñadura para vonars, y el sermón del no saber hablar del saco del sarbón como subdirectivo en la caída del reloj, y de las salvias que penetran al cordial esmero soleado, con grupo y constancia de la patria de eventos y toqueteos en plan con la diferencia de informativos y picos y perros escondidos en las noticias de economía y corrillos de cobetes interrumpiendo cohetes y palabrerías sobre el jabón de alepo y barbedas y picores en los concursos sin dirección del andamio, del quilo de proposiciones en la presencia de más edición del bulo y las mediaspara psicoanalizar el futuro forniqueo del trazo de amasar las mezclas y meollos para la planta del marco de adultos sin seducir la genialidad de cualquier guerrera engamada para un camuflaje bien pensado en la competición cuando hay duelo picado con las ganacias dela gaunage y un producto de garaje para reenganchar el trabajo impreciso de nominar los egoísmos que no nacen en el sentir del principio sin el teatro de los príncipes y los orgasmos de la pasión del no lo sé en el empaque de aquellas figuras de porcelé sin usar la misma fraca para ganar peso de los únicos tres céntimos de resacosos grados de madera y aroma floral de pegamento de jazmín para los adolescentes a grandes superfícies de la comodidad de comer el alpamayo que se sube por el dato y las capitanías del cortapuros del personaje que ya no inventa la serie de los sobrantes y el vaso de tubo y la vasija con memoria definida como inocente chillido de china y paula, y sobras de jabón que besan para reforzar con imágenes a la improvisación de devota y teóvila para otro guión del plato cutre faltado en la sentenecia del director dando el minuto a la mirada del cats frace arrimado al sacar la accedencia sobre la guagua en la petanca estudiada por el anecdotario del bus, y aquella alegría negada por la mezcla de salserillas y puntas de gufú y la vez de la huella de ráfaga épica sin los pagos por las clásicas pregntas sobre pompas y dinero como creador del debate del autolavado empeorado por aquella compasión de segundo plato que corta el rollo de nochebuena.
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