Distorsión, distensión, fuga de imbéciles imágenes y estadísticas de manual y vínculos con el ventrículo de competencias para temas encantadores del famoso síndrome de los rasgos que involucran el dejarse llevar por la envidia y la flor del deslumbramiento como prodigio de pubertad y olor contemplada con un shock para crear el ejemplo del arquetipo de etapas de la menstruación que remite a un pasado que conecta con aquella voluntad de viejas, y el talle que desmonta la musculación de la igualdad que no opina definida como familia ombliguera que no resiste el concepto acortado como el regalo secreto de querer volar con ombligueras con paracaídas y bragas para romper esquemas de la parte leve cayendo condorito sin un dicho de look en el trabús que no respeta el ritual apache de interesantismos y competencias de fases que modifican la parte del desarrollo adolescente para violentar la individualidad del ergo, y el minimí portando los prestigios de la madre que se somete volteando para ver el moño que sube el chino malplantado con la segunda fase de las pachas del proceso que no se supera cargando las palabras de paleta que valen gorro a falda cuatro de dos con la comida de los sábados y sartas, y sartenes para tacón representando la revancha del tatatá sin gym de cámara de competencia y tacón de diamantina qua adopta diferentes bolitas de amigas que se van de antro con aquellas fieras brincoteando de media calada en los lugares de fulano lugar de opacidad que no se comparte con el espacio a fuerzas con un coche de atás en el champagne, siempre chillando espejito espejito para comprar el minifudness y las combinaciones para enaguas y accesorios con movimientos contrarios al tributo impositivo para humillar la humedad dócil, sin collarcitos ni perfumes seductores para jalar del almidón joven del baile de la sal y la leche con aprensuras y fenómenos para recuperar la sabiduría de monitorear la marioneta inconsciente, aliada con el sexo parado de entrar con los nietos que no pueden tomar la decisión de cumplir con el escenario del crimen privado, que no destituye la inmunidad de la complejidad de la imagen suplantada con la metralleta con código de martillo de semipé con lefa de velada marcada por la fricativa del derroche regalando amor como chopez tordo que no defrauda la petaca sin el sentido de otro ayer.
Distorsión, distensión, fuga de imbéciles imágenes y estadísticas de manual y vínculos con el ventrículo de competencias para temas encantadores del famoso síndrome de los rasgos que involucran el dejarse llevar por la envidia y la flor del deslumbramiento como prodigio de pubertad y olor contemplada con un shock para crear el ejemplo del arquetipo de etapas de la menstruación que remite a un pasado que conecta con aquella voluntad de viejas, y el talle que desmonta la musculación de la igualdad que no opina definida como familia ombliguera que no resiste el concepto acortado como el regalo secreto de querer volar con ombligueras con paracaídas y bragas para romper esquemas de la parte leve cayendo condorito sin un dicho de look en el trabús que no respeta el ritual apache de interesantismos y competencias de fases que modifican la parte del desarrollo adolescente para violentar la individualidad del ergo, y el minimí portando los prestigios de la madre que se somete volteando para ver el moño que sube el chino malplantado con la segunda fase de las pachas del proceso que no se supera cargando las palabras de paleta que valen gorro a falda cuatro de dos con la comida de los sábados y sartas, y sartenes para tacón representando la revancha del tatatá sin gym de cámara de competencia y tacón de diamantina qua adopta diferentes bolitas de amigas que se van de antro con aquellas fieras brincoteando de media calada en los lugares de fulano lugar de opacidad que no se comparte con el espacio a fuerzas con un coche de atás en el champagne, siempre chillando espejito espejito para comprar el minifudness y las combinaciones para enaguas y accesorios con movimientos contrarios al tributo impositivo para humillar la humedad dócil, sin collarcitos ni perfumes seductores para jalar del almidón joven del baile de la sal y la leche con aprensuras y fenómenos para recuperar la sabiduría de monitorear la marioneta inconsciente, aliada con el sexo parado de entrar con los nietos que no pueden tomar la decisión de cumplir con el escenario del crimen privado, que no destituye la inmunidad de la complejidad de la imagen suplantada con la metralleta con código de martillo de semipé con lefa de velada marcada por la fricativa del derroche regalando amor como chopez tordo que no defrauda la petaca sin el sentido de otro ayer.
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