Simpatía y belleza desde Caleta, gugulandia, la guagua, la cucaracha desbordante de acuerdo con cada una de las huídas pinteras, artificiales, como chuzos jovenzuelos, mujok, alborzos, sedes orientadas a sacudirse la dependencia traspuesta, lánguida, muy turbada en el polvo de la calle, en las manos manchadas de desorbitadas púas sangrientas, perras, invitadas, arrugados entonces hincados en el ciclo vicioso del qué, del cómo sorprende con cincuenta cañones y cánones y potrones sin falta de corpiños y voces de medio millón de expresiones y recetas del epicuro como a un gato por la noche renombrada por repollos y mozas rusas picando la col con cal y alegre escarcha con estrépito y de las angostas ya ni se habla; ni de las hermosas llamas en respuesta de la orilla y fortaleza por los pilotes del mortero y la pasta suspendida del fasioli, de cada pesto a los rusos, y adentrarse a los seis mano en mano a ras de tierra con cafatanes y fauces alargadas con dignidad, o algo torcidas, muy lige...