Hay nombres raros con rostros de adivinos que se asemejan a un niño con ochenta y cuatro huevos, la carrera de Indianápolis, y servicios anales para empanadas a domicilio. Me devora Burdeos, queda así, con cuerda para rato, con ese niño envuelto en la vuelta de señoritas envueltas de labios a trescientos metros de dónde girando a la derecha del bravo lovis grosso de todo el dia; empata el gallico culombiano repetido Droopy y tiran diez córners re buenos y el otro la fué a parar, tocó Gargano, el cinco pendejillo por el retrovisor de la parrillada bimbo de los dulces recuerdos debajo de la almohada, la funda del churrasco de la palma de oro, de la grasa interior chivito, chajá de Parmalat, Gardel de Tacuarembó.
Hay nombres raros con rostros de adivinos que se asemejan a un niño con ochenta y cuatro huevos, la carrera de Indianápolis, y servicios anales para empanadas a domicilio. Me devora Burdeos, queda así, con cuerda para rato, con ese niño envuelto en la vuelta de señoritas envueltas de labios a trescientos metros de dónde girando a la derecha del bravo lovis grosso de todo el dia; empata el gallico culombiano repetido Droopy y tiran diez córners re buenos y el otro la fué a parar, tocó Gargano, el cinco pendejillo por el retrovisor de la parrillada bimbo de los dulces recuerdos debajo de la almohada, la funda del churrasco de la palma de oro, de la grasa interior chivito, chajá de Parmalat, Gardel de Tacuarembó.
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