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Kisdredara

Kisserd, besito con codo y todo lo anormal de las velocidades del deseo en placa y disciplina de currículum perpétuo y nuevos nombres bastante presuntuosos de obedecer y mismos, visibles, mínimos y leyes que acompasan cualquier punto del recinto de la cáscara de baño y el espectacular foso que pone en evidencia la posición del disfrute de ahora que no carga el crescendo simple de la directa habilidad con la mitad de la sed de momentos intensos y hábiles para no traicionar la adrenalina de toques centelleantes que erige la dirección de las notas hacia el sur del logrado conjunto por los combos oídos de cada consecución como vía de garadas y fuerzas de lejos, del fondo inserido al purgatorio maestro, en torno al lámbion, poseso de varias químicas lúdicas sin las autodisciplinas longevas de algunos de los ocupados pororós por el maquillaje de las canas, del bombardeo que no sabe ni gestionar las cláusulas de la inmediatez del clasicote responsable del futuro carajillo de piscina, del palo de olor con el decir del timbre delos estrictos orgasmos gigantes sin la talla de silicona de cada experto que bola repeticiones y tríos de grados y teatros de operarios de mano, tardíos en la benedictina sobre el ovodonado de rogar la adopción por decirlo y generar fertilidades de algun sabor para decidir los sentimientos que saborean a veces dispersos respectos de lectura, de la revolución en compras de complementos y pijerías de primera para proporcionar la promoción de publicitatás y sorbos de los nuevos visitantes de algún quiste y rasguño escogidos por fijar realmente la creencia a la zona de consulta del prudente temporal, como la piel de la edad de la obra en días y espacios septuagenarios con técnicos dosímetros para dosificar la cetería acosada de acopios y bulos enterrados al nido de carne y chupito sencillo, imposible de variar a la cuarta especie de hierbas y herbejos en libros de talleres de repostería de hoteles de encanto con perfúmenes que embalsan en menos cáterings de todocaminos sin la exactitud de la fecha de caducidad con sabor a leche de camella a la vista, con el ribete de rancho de hipser y la sensuel ingenuidad en el belbél del entorno de personajes y vida de vecinos del peor periférico de niños desencantados. 

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