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Vildabieda

Vielda, de entonces, de la enmenda emoción que calcula la anticipación de la mezcolanza como natural, como subtrama insertada en la vehemencia de volebat, con un toque para descargar la sala y repetir 450 entradas para el teatro de bolsillo, de grandes nombres como ex futbolistas y unas cuantas versiones del engaño con tono de humor similar a lo inestable, de temperatura de plástico rozando el pertrechado del libre pasado, tema como los otros porno que deja lo ocurrido cerca del carente como aferrado a la cúchra del cable de dieciocho trastes aventajados de mangas sin cuerda, sin el pececillo de la carrera de biólogas y cuatro muñecas de sexólogas para el arte de masturbar la galería del cincel ilimitando el tradicional con cualquier especulación de nervios y juegos en capas tantra y kamasutras y conversiones activadas en el desvelo de la génesis, de la tierra de nadia adornada con los pasillos y papillas de otro burka para los cinco sentidos y la preparación de la consolidada y reaccionaria ajena al simultáneo sentimiento de contraer y cerrar la tendencia de repompa al frente del charope de charol y chuchú, y algo de materia gástrica, ansiolítica, con un poco de mal sabor de estómago e intestinos como papeles biliares, como luces para no aceptar el orgasmo ausente, inservible, frío, quieto, deseado sin saber del aire, sin conocer la caricia, la muerte del rasgo del principio, el transcurrido vapor del día, del menú de diamantes y sopa de dólares anestasiada con los jadeos del humo de vestir la vielda de gala con las adoctrinas que conducen a cada menospreciado ingrediente que socava la versada y la larga encendida con queroseno del rincón del simbolismo como infiel acurrucado en la invasión necia para hablar de dispersiones de gravedad como el entendimiento que mece las húmedas de pachiras de noche, de tejer los lotes apavoteados como el emotivo vivo, cero cero nosecuantos concordes de cloaca y llovinitas de momentos desdramatizados a terreno del motor bien vuelto de simples edades de la diferente breve, como para el pedestal de amor cutre y embiaguez  de diluir el paso de pedir el juego fresco, boca arriba del muslo hermano de la mirada del tango, relato corto, recopilaciones.

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