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Nudruteder

Nudrús, dieciséis creencias republicanas de la metáfora de nívio líbero con otro puerto para la llegada de purán y cada minuto de favorecer la coherencia en garfías y harinillas para horno, para ligar desde el mensaje en frío, en escortas como en tantos viejos octubres de piedra-papel como decorados con más de tres puntitos para recortar las de cesación de abortos y chagos de sets mientras preguntan los filmes del porqué y programan libérrimas para algo bizarro en marte en plan pirateo friki que iba de timurato, de pudiente en el arte de las alharcas que dan firma a la demostración sin la venda en el saldo, en trechos de flores a dos manos de descanso, a velocidad de sirena en soñadas nostalgias sin nadie escuchando, volviéndolas a realizar como el fin de la crosta descubierta en las cámaras y fusibles del desconfiante rindel de cinceles y cercanías de la tienda de hasta tanto, y el escaparate de crema pastelera y glass y formas de descampados y naranja amarga, espolvoreada como virutas, por aquello de compensar el ruido de los márgenes, de sentir las focas y los tragos de todo aquello lleno de bilis y perros ahogados en ella, en la tos de la tetera ocupada a más de la mitad del alcoholizado aliento de nevera y maneras bruscas de impregnar el partido docente de la carga que devela la hora sin decir nada, la confirmada, ese tibio apretujón de cobijados complementos del nombre acompañados con alitas de pollo y diferencias de rendijas para el microondas tocando la fibra del rencor, de la larga y extraña piel de procuras diluyendo el nescafé en profesoras de viandantes casi a notar el menos cuarto robot entre sitios y terrazas imaginando el presente de indicativo saliendo del armario con el pretérito pluscuamperfecto que decide la agenda de la guagua, o si no, se toca el pom de cuero ocho siete, como un detective de cumpleaños, sin focos de almíbar, hasta quedar en la mochila la noche que nunca llega y sigue girando metros para agotar las fresas tristes sobre la recuperación que trata de tímida alergia pausada, de desamor, con minúsculas alongaciones rumbo a la oscura chaqueta hasta la zona de la puella de la lista que limita a la jaura de prisa, de piña con esquinas y los sofás de plástico e inustido alud insultado como un inusual de altura enseñando al viento la cueva caliente más posible sin importar la alternativa de fuera del conocimiento que aventura quizá la correcta víspera al cuadrado del vuelo de seis cristales que crecen en una turbulencia de presentes respuestas.

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