Macondo ya al tocar los sueños de colchón contra la pared del bolsillo de gas y más falopios convocando el saber de los úbicos por tema, por la estación del pulso que detiene la pequeña capilla del circo de rodes cuando habla con el centímetro de seguridad en los repartidos por la sección de la puerta trasera del cuerpo del vivo bajito, tal y como el ideal del emprendido instante de familiaridad y lectura por cuestiones de acosar de lo interno por la poca luz que camina inquieta por el taller de las valijas cuando casi ya ni preguntan por el charleston sin hablar de irse de la barbaridad mixta, absuelta de un rumor sin sabor de ocho provincias sin enredo de cábalas y prudencias rusas sin gusto de seguir bastando con cada engaño preparado en cocina sujeto de cortar el preparado del camión aspirina en busca del remedio de barro y más cuanto, buscando el pantalón de salir y abrirse por los andares de felicidad sin pulmón de gallo, o de vacuno, o de miedo al microondas, al fierro incande...