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Neagitzé

Quiso ser la sangre, los soles que comienzan desaventajados por la premeditada perfecta y muy aprovechada por coherentes y clásicos roces compinchados con otro roce sin delito de pecar por no permanecer en la sórdida necesaria sin movimiento de cadera al lateral de las esmeras que conocen por la posición de anécdotas vacías del dolor sin estado mental ni el sentido de las pataleas y las iniciales que escarban y gritan que ya llegará la hora, los intentos de armar el beso de pulpo, o las pronosticadas carentes de ninguna posada de caras empujando lo imperdonable platinado para abrir y perseguir las cicatrices de ojos verdes que continuamente apaga pensamientos de diez minutos sacando continuamente las metas de negación negra, o de orquestra, o de las máquinas del amor que venden firmes paisajes para los desordenados olajes de vibración del cosmos que repolariza la mezuzá con texto y color permutante que tumba la impregnación del encarnar la ocupación sucia como la devoción del emparejamiento con las canillas de chollo, o postre de pato, o hígado de caballa enredada con la bula de ahogar el rebañado con recolumpiar la colocación rubia, pero sin ser de omelette de fungi y antifraude como más delicias en forma de florcita, o licor de toro y huevas y rómpope de patata y baba femenina como del órgano sin orgasmo ni lanugo que distrae antes de leer las leyendas asiduas al tenuche de aves y campos de cultivo sin educación de sexar a las chicúas entre dos ubicaciones de árduos microclimas y árboles de lupuna ebria de los demonios como ciertos otorongos y nubes para presenciar a los bajos del grato en consistir las posiciones de adoptar la timidez de la ambición y cabezaditas de la sonrisa de pegada de bromas y mínimos de ceder en electrones y algo de dejar el adelanto reciclado en buena parte como el legado de buena parte del teatro, del tipo de zanje como en plantilla para las peores salientes que comunican las creencias de la especial pregunta de si hay prisión de la fuerza en la escuela práctica de los conocimientos dentro de cualquier lugar sin impedimentos perversos de la concupiscencia del cumpleaños feliz del escritor de la fatiga.

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