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Jatigógie

Rastros años, rostros en el resto de descapotados colores imposibles para tatarear quintas tercias del no solamente exagerar los desvíos de afonías con la precaución de rastrear el regreso en el peculiar prejuicio de aferrar en la sangre la vista de vainilla visitando la eterna sonrisa del ahora que se cuela en los relojes del tocado en el social y limitado impedimiento, o más bien recuerdo podrido en la calle de la combustión de escenas y colores neutros imaginando una chispa lógica, o el descuento sólo para rambos rastreando las consecuencias del hecho de recordar el pedo del silencio o la trayectoria de las verdades como náuseas y finales del edema, o de las líneas del disfraz de olor a desayunos de gasolina perdida entre las terminaciones de hacer o de no programar el festín en el pistón blanco de la muestra sentada para sacar las precipitaciones de discernir como cinco rumbos de espacios, o ropas de roa aireando el tiempo que corre y busca fundir las breves totalidades de cuidar las definidas zapatillas para concluir con el desliz de vista que reimagina el arte para recomponer la tránsfuga transformación de cuatro paredes con un erotismo de poeta calvo y diecinueve niños de un filme de 9,5 milímetros de rozaduras inoportunas, o como inoperancias de martes subrayadas con trios y muses y alsacias o bicicletas entre cobre y PFC, y cuadros de escay anulando el sofá sin huella borrador, o sin zanahorias ni claveles ni el celo animal que combina con la combustión alegre de la buena sensación de otra música con más ritmo, que se acompasa a la causa de un sonajero con curvas y dos carretas tiradas por mulos y menstruación de dedal o taza abierta por un bizantino porte a la madera del corpiño lanzado con tracas y catras y bolsos de piel de óxido en contra las chicas que arañan los contratos de matrimonio alocado alegando por fascículos las niñeces del primer óxido de mandarinas y grapa.

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