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Jápakst

Japásk, o el capaz de lo más normal, roto por las voraces cristalizadas que emplean tragos y suspiros atados a condiciones sorpresivas desolviéndose de la succión cortada con la estadía que frunce como transparente vejez usando términos y gachas desistiendo la achicada muela por momentos que frunce repitiendo más amenazas de un vergel de muchas penas deduciendo la somnolencia, o el motivo de huella, o de pegotes casi sin tempestad donde arrimar las bergamotas de cuero al bamboo púbico, o a las oblenders en las más insulsas de un jehová especial junto con el astarot a esta ilusión de dominar el barquero del continente, o de la suerte de reconocer inocentes recobrados de cubiertas e aquiescencias del sistema bancarioque se abasta con intencionar las espinas viciadas de rositas y ningún tipo mínimo de feto de tanta transición como algo de despido, o pez boceto, efímero, probablemente en las marcas rápidas y tontas de petición con origen en la diminuta cración lineal de las carnes entre escalatistas y menos comida del dolor sin cada decisión del modelo de confianza en crudeza y actitud del lugar efímero, o del color del arte, o de los gélidos de muchas mañanas a partir de la clave que llega de hoy, o del arriesgado comienzo de aventurar el tapión sin la escuadra del pájaro que posibilita estirar la historia de abrir el obstante, o las recalcaciones de muerte, o del destino que desde dentro comparte situaciones de igualdad entre un cazar y otro fornicar con las muñecas que se culminan por quitar un disfraz de circunstancia y otro paro de un último teorema lejos de las vulgares diferencias de la vejez que no convence con el desdén de sonreir a las vidas de detrás del reinante, o del dolor de una historia de piernas, o si se acorta la honestidad tratando de encontrar el equilibrio de no mendigar respirando con la inflingida voz de esquizofrenia y tic tac lejos de la paz, de los sueños, de la espada, del umbral inconsciente que infanta el linaje como tiempo despierto, como pieza destriada sin olor, sin pocas ideas para centrar lo inmensurable que desencadena la hoja inmensurable entre esbeltas sombras de hambrientas y casi dulces alturas de ruido como un más fiel adiós del galope comido por la corrupción.

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