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Zverkovuv

Diría causalidad, de percatados hasta el desaín de conocer mejor sin sangre, ni películas violetas y castizas contenidas en el coito de jirafas interrumpiendo las grabaciones de un ghita babar cuando con las armas menos brillantes que el rulo de actuación ilimitada de luz y fátuos de paranoias bañadas en llover lo que anda y despotrica de la decoración como con la paz de bajar enamorado de la imposibilidad de desaparecer bajando el volumen del vibrador, o de las hojas de ruta, de inspiraciones con el par de lecciones de movimiento tocando artistas cuando mueven segundas alarmas para tratar lo que no tiene nada que ver con el corto plazo del podio de los podios del living, o de la duda de guardar rápido la transcendencia al altillo del orquendo del club del arqueado y un par de mal, con cinta de inolvidables semanas de arroz y macanudos chabones de ro, entre pinóteas y la pieza de bocetos y prosas y vidrios repartidos por la importancia del sistema para probablemente no hablar mal de una mirada blanca con el cuchillo de la cocina en la ofuscancia del pensamiento bardeando como oclusión quieta del olor a vínculo de infinitos e infantinos con las verdades de asaltos apropiados para cualquier lujo casual de planear el epitafio ni por la pintura del talúd oblicuo del color de la memoria de mierda por no cerrar el comienzo del picón eufórico de estimulación temprana de las edades de la edificación del encandilamiento por más de la mútua que chiquetea algo de vino rojo imitando a un vinilo con una bienvenida al forro del chapato sin pingüino con cambios de tendencia a la temperatura de la interpretación del último juego de culos y facesits para la pura excitación exclusiva con velocidad de partido del KO, o como gol de oro, o las semanas de cuarenta minutos yendo hacia la sonrisa de siete  segundos eternos dubitando el desenlace del desenel en la piscina de frutas y orgías íntimas del rival que abarca los abalorios del círculo del circonio de Wallace.

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