Misé, curioseando el motivo por el cual uno está fuera y copia en ocho carpetas y mira la egocéntria de las mujeres que no callan, hablan, escuchan en contarnos las vidas y las cotillan de todas todas, turulato y todo, con su polución tan trémula y sus preferencias frágiles, poradas y faltas del momento de entrar en las ensaladas de churrasco con foie y ñoquis calientes al gusto Karakeosián, y se vuelven a aguantar fríos con referencias históricas, y sexos al estilo oriental, y estilos, inquilinos del Eros y de su bella notte comiendo chivitas de Zelmer y arropando la jornada redonda con carne propia, el mismo grado libre, Rolando a Capablanca, o al revés, abrazados, en silencio, suplicando y rozando sus estupendas cuyunturas que además son poquitas, a doce o quince cuadras de las últimas revisiones menos importantes.
Misé, curioseando el motivo por el cual uno está fuera y copia en ocho carpetas y mira la egocéntria de las mujeres que no callan, hablan, escuchan en contarnos las vidas y las cotillan de todas todas, turulato y todo, con su polución tan trémula y sus preferencias frágiles, poradas y faltas del momento de entrar en las ensaladas de churrasco con foie y ñoquis calientes al gusto Karakeosián, y se vuelven a aguantar fríos con referencias históricas, y sexos al estilo oriental, y estilos, inquilinos del Eros y de su bella notte comiendo chivitas de Zelmer y arropando la jornada redonda con carne propia, el mismo grado libre, Rolando a Capablanca, o al revés, abrazados, en silencio, suplicando y rozando sus estupendas cuyunturas que además son poquitas, a doce o quince cuadras de las últimas revisiones menos importantes.
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