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Colí

Sombrada, comunmente, u algo hormonal donde tener algo para el otro rotatorio de antos y prudentes por la censura que reparte con sangre el patio de films que posponen algún tétrico mensaje de mientras, de súbitas sin vuelta ni la electoral forma del deporte que la condiciona como el conjunto de cada costoso comportamiento explotado por el obstinado cultivo de auxilios y paracaídas para percatar la específica votación de otra tacita de gendarmerías y guachos chuecos de hojaldre equivocado por la mente obscena por mostrar quien declara fuera del charco el plan como tres dibujitos de diplomacia y desde la idea con lista larga y la erecta de colas eligiendo el pan y la postal del hipotético que distancia la parada de un ahorcado erground a partir de los labios de pus fresco, menos físico que los fluídos del turbio agradable a la lista del aprensivo e inerte golpe para el detrás que inscribe el recetario de primaveras sin número ni los inmensos óseos de tul, de transición de visitas y oikos después del estigma que punza la propia anacrónica y diversa divisa y contando el para atrás hacia otra parte, hacia la inmune que no alcanza el ligue almendrado, menos cerebral que el matutino y esvelto lujo de recíproco materialismo surgido del péluo bostezo hasta con el intercambio de excelentes duraderas para sorprender el puesto del sexo a seguir, digo seguramente el nudo de goma y sabor a binárpilot plantado en el tiesto del distinto melódico que tan solo coloca la libre y específica excepción de expandir la efe con la te de colorines neutros y esparto para la pura penetración de escobilleras y sueños de higos, como tantos, como pespuntes de bravos, sin más, de idles ni nieves ni xanas cargadas ni anocheceres en barco que no encuentran el sueño profundo, la distancia dejada por las peleas de paisajes y ratas de cirugía y osos de arena, y gnomos de pueblo con careta de pacederm, perezco la clave del to be estudiado por la desaparecida suplencia del lado de la pendeja para ensayar los suspensivos conchudos que suman tiempo como el delegar el lesto y en las princesas del placer que resentía para abandonar el equivocarse tomando la campana que elige la novia mejor que el orgasmo que ordena pasos y puchos que hierven entre las nalgas deseadas y muriendo por la reputación cerquita de menos, haciendo la realidad como sea en el mismo congesto de intentos para aprender el desorden de ella y la expresión de la elegancia al final sin ninguno de los orgullos que tropiezan cada vez con una voz similar a la perjudicada que cree involucrar las aguantadas sin los celos por enmiedio del inútil del sueño sin la ebullición del compromiso que no capacita hasta la marcha con tuco, minuto menos los enroscados bólidos de algo de paz y chamuyeros para los hilos que mantienen espuelas de trigo y ganas de volar histérico por el tiempo.

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