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Perflué

Volvía, de largo y vagina abierta, a veces de sentido, como si se desmoronara el damero de avanzado futilicio hasta las mayores, que quedan en el olor de enormes rancios, sin fuerzas de fondo ni la contraportada de la impermanencia constante del través de cercas extrañadas por el residente agreste que abrasa cada cópula de arena y piedras picadas nadando en el poquito polulo, en el instructor en medio de las dualidades y lo real bipolar, superando el tiempo, las once lunas de material otoñal para florar y reproducir frente al barro de tirar la escarcha que se hiere desnuda, dormida como nada, parece el válium de fuego, de ropero y hiedra besucona cerca, si, dentro del hito, con el maltrato fácil, sin la aroma de las fijas distancias que acusan otro anonimato del camino de fruta fría y acabada y seca sin gritos ni burbujas de lobos, de trocitos cuajados del pasado que refuña y gime como para tener otro orgasmo, quizás el último con la desconocida marioneta sin sed de infierno, ni casa, ni colegio de reggaeton para dar culo al presentador de la rabia juntando de buenas mañanas para caminar con la violación anal en la mente de otra vocación sin recursos, sin el perflué del fluido, del flúor, de la cual, imbécil, hay wéas y veos y licor azul desde los sueños con tonos de gotas de nostalgia del primerizo cumbú que volvía a madurar con las mandarinas del mártir que finge para poner encima de la mesa el número imaginario, el que se supone que se sabe pero que no se quiere saber, o se hace ver que no se sabe pero se conoce a la perfección para después volver a suspender para siempre, o para el recuerdo de varias respuestas intransparentes que no dan la vuelta como quejas ni martikas de sueño absurdo que entregan la fumada palabra con billetes de diez mil jamases sin cómplices sustentables al dominio de investigación más banal a la pérdida de descolocación de empleos y lágrimas por desconocer el feo gesto de lagunas de aire seco; las expresas dentritas que fallan entre neurotransmisores de detenidas fuerzas que temen volver a fallar arregladas para recomenzar el cigarrillo mojado que necesita olvidos sin la calle veinticinco de otros meses que no vuelven como posible música respecto a la rara sintonía de antes del huidizo ruiseñor que abala y fuma las puntas negras de limón con miel para la jaquequa que recae en las sagas de las estúpidas cunas.

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