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Shkoteroda

Fué, mudando el hago, el shock de cocina, de ambos discos de ver la explícita aparición en el lugar de los recuerdos que siguen a plazos la memoria cazada por toda la revivida oral que deduce el motivo clínico de convencer la perfecta e impublicada cretina impoluta en el mañanero mágico de perlas y ligueros que responden casi acumulado con dientecillas de tocuyos y el foco de las ganas sofisticadas de tres a seis sábanas para desgrabar las geométricas de encaje, también siguiendo los leggins flotando con plastilina gris en la cabeza o en dos pies que mejor el humo que mira la amnésia, la desprestigiada arrogancia de aparecer y retocar la difusa gustativa con la entreabierta vagabunda para hablarle de pies y tristeza y otra vez la etiqueta de pakantamú medio que recuerda a la remera de huraño y apenas suburbios de inteligentes otoños a gran velocidad previa al penalti roto por la tontería de la ventaja en falta, y de ensueño, y de la fisura que complicará la oscura guía de penetrar en la compra de nuggets dada en denver con coros y orillas de reminiscencias brillantes para algunas emparejadas fichas de titulación pasantía y razones de investigación de los sustitutivos éxitos de estudiante y correo popular en línea erótica de despertador con sonido del orgasmo  entre nortes y acontecimientos reales, fuera del machacado que multiplica las razones de la pamplina, de soda y media caída del manjar del cuarto tercera, otra vez con la ansia del perro, de oler con el hocico el detrás de las musas que cazan paralímpicos trozos de sexo y piquitos de entres como el taimado canto del girasol crecido entre el estiércol y la masturbación de los pensamientos negativos que no coordinan entre guiños de vinagre y contados clavos que despuntan la destituída y dejada dieta silenciosa que destruye la marca de la doblada nana y para ver el inerte de volver a la pura recaída de fármacos falsos y pánicos del medio cazados para cerrar el arranque netamente del germen directriz que prometió un paso para no volver a la cortina de humo que se aproxima al amar la lenta devolución del galán, alquimista romántico que pretende comprender lo igual del parto con el que levanta más triste el anhelo del fondo del verso masticado como miedo de ellas sin control de anunciar la premisa que saludará por respuesta y se quedará tomando el púbico, el dicho ezequiel del salto a los tigres sin red, sin algunos futuros que mueren al pensar en los cuidados de la soledad que finge que algun dia habrá compañía del sexo y de féminas de confianza que atraen al militar napolitano hacia otro desliz de cobro.

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