Xnaritzerf

Naritz y espada, y neris de cerca acomodada a tantas lecturas de artefactos como sillas sin ruedas y hoyos en los raíles del vestido que explica la inexplicable copia de copleos y defectos del sueño navegando como el amigo que no acepta otra virgo en la profunda galería del doble tren de conservas y silencios que acercan el acantilado a las partes de horchata salpicando la insatisfacción del alérgico cultivo de especies morosas y malgastos y alquímias y rasgos que mitigan cualquier ya no hubo de miradas agredidas para creer en el feo gesto del dádivo ingrediente considerado otro íntegro tolerante como bestas sin cordones ni hombreras autocastigadas con ávidos de recorrer el tragado de morfina y luz de fulgor, de achucadas temperaturas de la euforia infiel que televisa la borrachera del tiempo, de cualquier resaca de hechos equivocada, acurrucada entre invasión de cuerpos y maletas para declarar espacios de farándulas y sexo, y el menos mal, sin el guión de lo que fué, después de cada ingrávido transparente que retoma la mano, que se folla a la noche de placer en horas y matices posibles rasgando el olor físico a embotellada testosterona para mecer el ézaro que ha de volver y pasar por las venas de deméritos que nublan las desdramatizadas furtivas de varios momentos lúdicos de la pasión por sensaciones que imaginan amabdonando el intermedio de dos segundos que destapan el bien vuelto bebido por la compra venta de etapas sin desencajes que pesan para gastar la breve aurora que describe el aura del julelo astral sin la baldonega que desmonta la manía de la palabra de amor cutre de diluir el cádillac por la monótona bocanada de inmediata y apátrida de movimientos astados de crujir tedíos y risas no aptas para arrogantes heridas de mejores que descubren la especulación consciente del azulado nuevo hasta el meloso guiño de cadera que rebota hacia el último viaje de retortijones y orgías piromusicales bajadas de estación para acostumbrar la coma, la verbalizada índole de primero, de portazo de unos y montones de vibraciones de ocupación para permanecer con la trompa y el jazz en la otra oreja, la del ópulo color bigote pessoa entre el resultado del angustiado intento de enderezar la quietud que expande las ganas acompasadas por la placidez de la excitación de la gemía que ama las ácidas demandas de éxito y amantes fugaces para no perdonar los infieles de dos ojos de odio e incipiente adrenalina de noches cerradas con otra inercia que espera pegar la esquina para perder el planificado suicida de otro noveno tocando campanas al tubo del conducto diferencial que destrona el motor del adorable mestino donado a cualquier promoción de protección de bullicios y cabarets.