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Quinimil

Quinielas inundadas de hubieran, del modificado para configurar un futuro al respecto del tentado titulade no para los asistentes del acto insistido por los cuatro actos de gana, de acordar el golfo, el periscopio del escroto que recupera la palabra áspera dibujada por el curioso dolor de los recuerdos y sonidos de la seca percepción rumbo a florar con la enésima escucha que difumina la paleta de tangos y aguardientes insistiendo en reventar desde muy atrás con los recuerdos que separan la libertad perdida de la posesión emitida por la dicha fiesta que la funde con presupuestos entre los optimistas costumbres de autor que vuelven a sorprender tras quedat absolutamente libres del cocinado cortijo de las alpujarras asentadas en el lado equivocado de la aurícula vía difuminada entre amargas huescas de pena escondidas por la curiosa silla del traste que pesa el apenas del pasado con la enorme báscula de protección casi para la nostalgia con otro don, rumbo a la venidera memoria de nariz y urracas ciegas, casi infantiles e infundables posesiones de tiempo para difuminar las pasas y lágrimas para reciclar y reconventir en firmamento el salpicadero de cartones y contenedores y bocas caníbales y perversidad como desperdicio de anteayer para odiar el insomnio de la ansiedad que sólo se soluciona con las mil respuestas a cada llamada al atento desconcierto, sorprendido desde el cuidado para madejar la corriente que arrastra la hortera cerecita, la falsa espera paso a paso, la letra vecina que espera el estilo de búsqueda con cada desayuno y retórica de lueras como dicen los procesos de dejà vu, o si cabe el como en la pudredumbre echada desde hace meses, días, anocheceres y ganas de gritar un verdadero orgasmo que no queda renovado por el puro mantecol de mil amantes, de fríos manipulados para acabar con la tranquilidad del equipaje en globo, en la jauría de la misma tienda de adornos y empollonas desvanecidas para variar con el emprestario, como dueñas destrozadas por el cambio de intenciones hasta comunes bultos de reconstrucción, del sedimiento relatado por algo que no es normal en la otra ventosidad que fuga por el destetado independiente, la hora, la cruz, el saludo de la empapelada autoestima que rodea la pizca de reproches, de notar como el café archiva adelantos y quinientas famosas, aprisionadas al blanco soñado, que pierde la memoria al no querer recaer después de la despuña exprimida con la vacación de cambiar los madais por medallones de cerdo, los que no reencuentran al menocinio de pies y mismos que mueven la campaña de medianoche.

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