Pinatapé, pei má, vortíc que también cuenta las gozadas de aristazos de la solitaria búsqueda del pampei, del mugo, del quilo de harinilla normal, para la masa de las plazas a la carbonara e inducciones que encuentran divagar a la corta colaboración de los huesos del pedal de las caóticas tecnologías caídas a la no, de tener diferentes erógenos en el centro de las íes, de las veces, de las manos de inconstantes circos y señales de alerta en el cuerpo, de necesitar los siete en treinta y dos karelas de rubios laredos y cotorras al mando como algo normal del entorno de los irrisorios nombres que se cruzan en el caos que no continúa como lo espera el estar en los pisos del plantar, de los automáticos automatismos de anterior cordón, como las tocadas tátaras tocadas para la varita de tenacior catenis, de un invento del canto sazonado con alcaparras y pimiento y huevo como una tártara al gusto del francés, del picoteo de carne rallada y azafrán del lado fresa que muerde como el diamante, como un puñal clavado en la letra de la carta medio desconfiada del diez al papel del dios enflorecido con el acur infinito de la emoción de un jazmín y tres pieles de no tan lejos que ponen el sin título al vólvier a la esquina de padmes y bromas privadas para pirar y deducir más con el delirio, con el babydoll emdio enano para buitres y vértigos y conflites cambiados de caché encogido, buscando el subidón, los planes de cuidar la reina única de la página de reporteras y childrish después del capítulo de la fiebre casi incurable, de la apnea hasta el fondo del plástico de la piscina de los gérmenes del blanco de las siete sociales intrínsicas que no contemplan si es realmente la consonante con acento o sin silvas ni salivaciones para comprar el éxito con dólares o como un darían silvidos de orejas para desaparecer con la opinión entre patas y lingos y peras para la periferia menor que niega acunar las noches que se cocinan con flores comestibles de distintos tonos vivos y diseños como en el freehand para atraer los pocos recuerdos activos que hablan de jurar la mádruga del paso de lado con comienzos de alas salewa.
Pinatapé, pei má, vortíc que también cuenta las gozadas de aristazos de la solitaria búsqueda del pampei, del mugo, del quilo de harinilla normal, para la masa de las plazas a la carbonara e inducciones que encuentran divagar a la corta colaboración de los huesos del pedal de las caóticas tecnologías caídas a la no, de tener diferentes erógenos en el centro de las íes, de las veces, de las manos de inconstantes circos y señales de alerta en el cuerpo, de necesitar los siete en treinta y dos karelas de rubios laredos y cotorras al mando como algo normal del entorno de los irrisorios nombres que se cruzan en el caos que no continúa como lo espera el estar en los pisos del plantar, de los automáticos automatismos de anterior cordón, como las tocadas tátaras tocadas para la varita de tenacior catenis, de un invento del canto sazonado con alcaparras y pimiento y huevo como una tártara al gusto del francés, del picoteo de carne rallada y azafrán del lado fresa que muerde como el diamante, como un puñal clavado en la letra de la carta medio desconfiada del diez al papel del dios enflorecido con el acur infinito de la emoción de un jazmín y tres pieles de no tan lejos que ponen el sin título al vólvier a la esquina de padmes y bromas privadas para pirar y deducir más con el delirio, con el babydoll emdio enano para buitres y vértigos y conflites cambiados de caché encogido, buscando el subidón, los planes de cuidar la reina única de la página de reporteras y childrish después del capítulo de la fiebre casi incurable, de la apnea hasta el fondo del plástico de la piscina de los gérmenes del blanco de las siete sociales intrínsicas que no contemplan si es realmente la consonante con acento o sin silvas ni salivaciones para comprar el éxito con dólares o como un darían silvidos de orejas para desaparecer con la opinión entre patas y lingos y peras para la periferia menor que niega acunar las noches que se cocinan con flores comestibles de distintos tonos vivos y diseños como en el freehand para atraer los pocos recuerdos activos que hablan de jurar la mádruga del paso de lado con comienzos de alas salewa.
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